jueves, 29 de marzo de 2012

Capítulo 20

{Narra Katie}

Una vez Zayn y Liam se fueron cerrando la puerta tras de sí, me levanté rápidamente con la excusa de ir al baño. Sabía que las chicas no se habían tragado el cuento chino que Zayn si que se había creído, y temía todo lo que fueran a preguntarme.
Cerré la puerta con pestillo antes de que les diera tiempo a reaccionar. Al menos había ganado unos pocos minutos para mí.
Me senté en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y saqué el móvil del bolsillo de mi pantalón. Abrí la carpeta de mensajes. Los tres últimos no los había borrado todavía.

Katie, he estado hablando con Harry, ¿crees que a las chicas les apetecerá quedar mañana? Cruzo los dedos para que así sea. Tengo que hablar contigo.
Louis, x.

Opciones. Eliminar mensaje. ¿Está seguro de que desea eliminar este mensaje? Sí. Cargando... Mensaje borrado.

Abrí los siguientes mensajes.

Fea, ¿qué te pasa? Llevo bombardeándote a SMS y llamadas toda la tarde... ¿por qué no me contestas? Siento agobiarte de esta forma, pero tengo que hablar contigo, es urgente.
Louis.

Katie, no puedo más, tengo que verte y contarte algo. No puedo hablarlo con los chicos, tú eres la única que me entendería... o eso creo.
Lou, x.

Repetí el mismo proceso que con el primer mensaje. Eliminar. Pulsaba las teclas del teléfono mientras que algunas lágrimas descendían lentamente por mis mejillas. Me dolía hacerlo, me dolía más que cualquier otra cosa en el mundo. Pero sabía que era lo mejor, tanto para él como para mí.
Apoyé el teléfono sobre el suelo del baño, a la vez que me secaba las lágrimas de la cara con ambas manos. Respiré profundamente un par de veces, intentando tranquilizarme. Intentando pensar en otra cosa. Intentando apartar ese único pensamiento de mi mente. Intentando apartarlo a él.

Y entonces ocurrió, cuando ya creí que había conseguido tranquilizarme. Cuando creí haber conseguido borrarlo de mi mente, dejar de pensar en él para pensar en cosas tontas como la ropa que me iba a poner mañana o lo que iba a cenar esta misma noche. Mi móvil vibró, anunciando la llegada de un nuevo SMS. Cómo no, de él. ¿Es que no se cansaría nunca? ¿No se daba cuenta de que sus mensajes no ayudaban, sino que lo hacían todo más complicado?
Al borde de las lágrimas abrí el nuevo SMS.

Te quiero x.

[A la mañana siguiente]

{Narra Caitlin}

"MY HEART IS A STEREO, IT BEATS FOR YOU SO LISTEN CLOSE, HEAR MY..."
El estruendoso tema de Stereo Hearts que había guardado como tono de aviso para mensajes me despertó bruscamente. Eran las 12:00. Me incorporé con los ojos todavía medio cerrados y me apoyé en el respaldo de la cama. Tenía un nuevo SMS de Zayn.

Caitlin, ¿os viene bien si quedamos un poco más tarde? A las 13:00 estaría bien. Nos vemos en la cafetería que hay frente al Big Ben a esa hora, si hay algún problema llámame :)

Lo primero que me vino a la cabeza tras leer el mensaje fue Niall. Quizás estaban teniendo problemas para convencerlo. Y todo por mi culpa. Estaba segura de que no querría ni verme ni saber nada de mí después de lo que había ocurrido ayer. ¿Cómo podía haber sido tan tonta?
Me froté los ojos, todavía cansada y miré hacia mi izquierda. Katie estaba tumbada a mi lado, despierta y con la mirada fija en la pantalla de su teléfono móvil. La verdad, no recordaba haberla visto o escuchado acostarse. Después de que se metiera en el baño y tras esperarla unos cuantos minutos para ver si salía y hablar con ella, me metí en la cama. Estaba demasiado cansada.

- Katie, siento no haberte esperado ayer para hablar contigo, es que me quedé dormida - murmuré, a modo de disculpa.
La chica se giró la cabeza para mirarme.
- Ah, no te preocupes, Cat. Me lavé el pelo y me pinté las uñas, así que tardé bastante. Cuando salí solo estaba Claire despierta - contestó ella con seriedad, para después volver a mirar su teléfono. Era extraño, puesto que no escribía ni tecleaba nada. Simplemente lo miraba.
- ¿Qué haces?
- Esto... nada. Dan acaba de mandarme un SMS preguntándome cómo nos va todo. Eso es todo - evitó mirarme a los ojos a la vez que decía aquello. Dan era el hermano mayor de Katie. Debía de rondar los 26 o 27 años, no estoy demasiado segura. Katie y él eran uña y carne, así que no me extrañaba que se hubiera interesado por nosotras. Aún así, la expresión de Katie me desconcertó bastante. Algo no iba bien.

Antes de que pudiera preguntarle nada, se levantó de la cama de un salto y abrió el armario.

- ¿Qué hora es? - preguntó, mientras ojeaba la ropa que colgaba de las perchas.
- Son las 12:05. Todavía tenemos tiempo, Zayn acaba de mandarme un SMS. Quedamos a las 13:00. Las otras todavía pueden dormir un rato...
- Ah, entonces, ¿vamos a quedar con ellos? - Katie me interrumpió, dándose la vuelta de golpe. Observé su expresión de seriedad y fruncí el entrecejo. ¿Tan raro le parecía?
- Eh... si, en eso quedamos ayer - Katie cerró los ojos, con gesto pensativo. Después se dio la vuelta y siguió buscando en el armario, sin decir una palabra más.

[Media hora más tarde]

Ya estábamos todas levantadas y listas para salir. Katie había decidido ponerse unos shorts vaqueros, una camisa rosa palo y una chaqueta de lana gris.

Claire había optado por ponerse una falda negra con flores estampadas junto a una blusa blanca con numerosos volantes en la zona del pecho.

Amy llevaba un bonito vestido de flores junto a un cinturón marrón que le entallaba la cintura, combinado con una fina chaqueta de punto de color rosa palo.

Lauren llevaba también una falda de flores en tonos azules y amarillos, aunque combinado con un delgado jersey de lana fina.

Y yo, por mi parte, había decidido ponerme unos shorts vaqueros junto a una camiseta de "I Love NY" que había comprado en uno de los múltiples viajes que había hecho con mi familia. Además, tampoco es que me apeteciera demasiado comerme el coco con la ropa que me iba a poner.

Eran las 12:35 cuando nos fuimos. Nuestro hotel no quedaba demasiado lejos del centro, por lo que optamos por ir a pie. Además, con el buen tiempo que hacía, meterse en un metro abarrotado de gente malhumorada y sudorosa era lo que menos nos apetecía. Amy y Lauren iban cantando y riéndose escandalosamente por el medio de la calle. Mientras tanto, Claire, Katie y yo hacíamos como que no las conocíamos. Bueno, al menos Claire y yo, porque Katie seguía enchufada al teléfono móvil.

- Guapísima, llevas todo el día pegada a la blackberry, eres una viciada - bromeó Claire, echándose a reír después. Yo sonreí.
- Eso es mentira, no llevo todo el día con ella. Simplemente la saqué un momento para ver la hora - la respuesta de Katie fue cortante. Guardó el móvil en el bolso que llevaba al hombro.
Claire me miró con gesto interrogante, pero yo me encogí de hombros. Sabía tanto como ella sobre lo que le ocurría a nuestra amiga.

{Narra Niall}

- Joder, no sé qué es lo que hago aquí... No debería haber venido, ¿es que no lo entiendes? - me rasqué el cuello con nerviosismo. Sólo quedaban 5 minutos para las 13:00, hora en la que habíamos quedado con las chicas, y ya estábamos los cinco esperando en el interior de un pequeño bar poco frecuentado frente al Big Ben. No podíamos arriesgarnos a que nos viera alguna fan, así que Harry salía a la calle de vez en cuando por si las veía.

- Niall tío, cállate ya. Te he dicho mil veces que si que debías venir. Y punto, no protestes más - Zayn empezaba a perder la paciencia conmigo. Llevaba dándole la chapa desde que habíamos salido de casa y él había insistido tranquilamente en que todo iría bien. Pero yo intuía que todo iba a ser un completo desastre, porque estaba seguro de que Caitlin no querría ni verme. Y si ella no quería verme, ¿merecía la pena ir? Las otras me caían bien y las quería mucho, pero, al fin y al cabo, Caitlin era la única que me importaba.

- Eh, ya han llegado, están allí - Harry las avistó a través del cristal de la sucia ventana del café. Se levantó de la silla con rapidez para ir a avisarlas. Louis, Liam y Zayn sonrieron encantados y se levantaron para saludarlas, se veían con ganas de que llegaran. Yo, por el contrario, enmudecí y me quedé quieto, presa del pánico. No podría mirarla a la cara después de haber intentado besarla. Simplemente no podía. Seguro que se creía que era un imbécil, o quizás algo peor.
Todos entraron en la cafetería. Harry y Lauren, que ya iban pegados el uno al otro enfrascados en lo que parecía una interesante conversación, venían al frente, seguidos por Amy y Claire, que tenían una sonrisita de emoción que no podían con ella. Katie venía después, sonriendo fingidamente. En condiciones normales me hubiera acercado para ver qué le ocurría, pero en cuanto vi que Caitlin venía detrás, todo lo demás dejó de tener sentido. Hoy estaba más sencilla que nunca, pero también la veía más guapa. Los shorts vaqueros le estilizaban sus largas y bronceadas piernas, mientras que la ajustada camiseta le quedaba como un guante. Me mordí el labio inferior ligeramente. Ahora sabía que había hecho bien viniendo.

{Narra Louis}

Mientras Claire, Harry, Amy y Niall discutían sobre el lugar idóneo para ir a comer y Caitlin, Liam, Lauren y Zayn hablaban sobre lo que podríamos hacer después, yo no dejaba de mirar a Katie. No sólo por lo guapa que estaba aquel día, puesto que para mí siempre lo estaba, si no porque intentaba establecer contacto visual con ella. Estuve a punto de desistir en varias ocasiones, ya que apenas levantaba la vista del suelo y si lo hacía, era para mirar a Amy o Niall y sonreír levemente ante las tonterías que soltaban.

- Yo creo que ir a Nandos estaría bien. A Caitlin le gustó el otro día - un Niall más seguro que el de minutos antes fue el que habló entonces, mirando fijamente a la aludida, quién se sonrojó violentamente.
- Eh, si, buena idea, ¿qué opinas tú, Katie? - al oír su nombre, Katie levantó la cabeza, mirándonos a todos a la vez, con expresión perdida. No parecía enterarse mucho de lo que ocurría a su alrededor.
- Esto... si, cualquier cosa estará bien - respondió no muy segura. Aproveche ese momento para mirarla a los ojos, confiando en que ella hiciera lo mismo. Y así fue. Se quedó quieta, sin decir nada más, mientras los demás seguían hablando. Yo ya no los escuchaba, estaba concentrado en sus grandes ojos verdes, que me miraban con expresión un tanto indefinible. 
Le hice un gesto con la cabeza, señalando la puerta, y moví mis labios formulando la palabra "Hablar", aunque sin emitir sonido alguno. Ella pareció pensárselo durante unos segundos, con inseguridad. Temí por un largo y angustioso momento que fuera a decirme que no. Pero, para mi suerte, no lo hizo. Asintió casi imperceptiblemente con la cabeza. Yo sonreí aliviado y me levanté.

- Vamos a echar un vistazo al restaurante que hay en la calle de al lado, lo vi antes al pasar. - mentí descaradamente. Le hice una seña a Katie para que se levantara - Ahora volvemos - Y dicho esto salimos de la cafetería.
Caminamos el uno junto al otro sin decir palabra alguna. Ella miraba al suelo fijamente y yo... yo ordenaba mis pensamientos, trataba de organizar lo que iba a decirle en unos instantes. Ella era la única que podría entenderme. 
Pasamos frente al Big Ben y entramos en el enorme puente que cruzaba el río Támesis. Allí me paré, apoyando mi espalda en la barandilla y quedando frente a ella. Katie intentaba evitar mirarme a los ojos, pero yo coloqué dos dedos bajo su barbilla y la obligué a hacerlo. Sólo tenía una oportunidad para decirle aquello, y quería que saliera bien.

- Zayn me dijo que no habías recibido los SMS que te envié... - dejé de hablar unos segundos. No quería sonar brusco, puesto que tampoco era lo que pretendía, pero aquella era la única forma de decirlo - ¿Es cierto?

Katie miró a un punto fijo situado en el suelo durante algunos segundos, pero después se envalentonó y me miró a los ojos.
- No, no es cierto. Los recibí, - tragó saliva. La voz le comenzó a temblar - pero los eliminé. 
Un nudo se me formó en la garganta. Esas simples palabras me estaban doliendo como pocas cosas me habían dolido nunca.
- Siento haberte agobiado tanto. Si es que al final es culpa mía, yo... yo sólo quería hablar contigo.
- No, no es culpa tuya - la voz le temblaba cada vez más. Parecía a punto de llorar. Me rompía el alma verla así, tan vulnerable - Es que... ¡joder! Esto no puede ser - se colocó a mi derecha, apoyando los codos en la barandilla y secando las lágrimas que comenzaban a deslizarse por sus mejillas.
No me gustaba verla así, es más, lo odiaba. Pero lo peor es que no sabía que decir para consolarla. Me había hecho demasiadas ilusiones y al final todas habían acabado rotas y esparcidas por el suelo...

De repente, su teléfono sonó. Se secó otra lágrima más que caía por su mejilla y aproveché para acercarla a mí y depositar un suave beso sobre su cabeza. Ella se dejó, pero rápidamente se apartó y buscó el móvil en el bolso. Cuando lo encontró, se quedó mirando a la pantalla con gesto sorprendido, inesperado. Confundido. ¿Quién la estaría llamando para que su reacción fuera esa?

martes, 27 de marzo de 2012

Capítulo 19

{Narra Claire}

Mi rostro de sorpresa debía de ser máximo, puesto que la persona que me encontré frente a mi no se parecía en nada a ninguna de mis amigas. Obviamente, puesto que era un chico. Un chico joven, alto y fuerte. Debía de rondar las veinticuatro o veinticinco primaveras, aunque su pelo rubio oscuro ligeramente despeinado le restaba quizás un par de años de encima. Sus ojos color chocolate me observaban, con gesto divertido, brillantes, mientras que su sonrisa pícara se curvaba hacia un lado. Vestía unos simples pantalones de deporte grises y una camiseta blanca ajustada. Por un momento su forma de vestir me recordó a Liam, pero descarté la idea al instante, puesto que físicamente no se parecían en nada.

- ¿Que quién soy? Buena pregunta, - el chico se apoyó en el marco de la puerta con gracia, antes de continuar hablando - sobretodo porque no me conoces. He de decidir bien cada respuesta que vaya a darte, puesto que tengo que intentar que no te escapes corriendo tras mi primera contestación.

Apenas había entendido la mitad de lo que había dicho, pero empujé al chico hacia el interior de la habitación y cerré la puerta detrás de mí. Después solté una leve carcajada.

- En vez de soltarme ese rollo filosófico podrías decirme tu nombre y qué es lo que haces en mi habitación - sonreí amablemente, conteniendo la risa. Su cara se convirtió entonces en un poema.
- ¿Tu habitación? ¿Estás segura de que es tu habitación?
- Si, esta es la habitación 311, ¿no?
- Conque la 311, ¿no? Ya dudaba que esto fuera un fallo del hotel... - murmuró el joven.
- ¿Qué? - pregunté confundida. Realmente, aquel chico era muy raro.
- Quería decir que no, que esta es la habitación 310. Has debido de confundirte con las prisas que llevabas - y, dicho esto, me guiñó un ojo, para después dedicarme la sonrisa más encantadora que había visto nunca, si cabía. Vale, si, esto me había matado, lo reconozco.
- Oh, la 310... lo siento, de veras. Ni me había fijado en el número, simplemente me guié por instinto.
- ¿Instinto femenino?
- Llámalo como quieras.
- Llamémosle instinto femenino. Acabas de demostrar que no acierta siempre.
- Si lo ves de esa forma... - mi rostro se tornó serio un momento. Pero después volví a reír - Con todo esto, todavía no me has dicho como te llamas.
- Nathaniel Corrington, pero puedes llamarme Nate.
- Yo soy Claire Hicks, y puedes llamarme... - me quedé pensativa - Claire - me reí. Patético - Encantada, Nate - alargué mi mano hacia él, dispuesta a estrechársela, pero el chico fue más rápido y me dio un beso en cada mejilla. Estas últimas, apenas dos segundos después, comenzaron a colorearse violentamente. Me di la vuelta, intentando disimular - Bueno, Nate, ha sido un placer. Siento, de veras, si te he molestado. Ahora he de irme.
- ¿Tan pronto? - su voz sonó decepcionada. Triste. Se podría decir que hasta nostálgica. Me giré hacia él y lo vi, a unos cuantos pasos de mi, de pie, mirándome. Tenía las manos colocadas en la nuca, con aspecto nervioso. Sus ojos me suplicaban casi tanto o más que sus palabras.
- Bueno, quizás pueda quedarme un par de minutos - sonreí y caminé hasta su cama, donde me senté con sutileza - Dos minutos, nada más.

[Quince minutos más tarde...]

{Narra Caitlin}

Hacía algo menos de media hora que Claire se había ido a buscar a Amy, pero Lauren, Katie y yo seguíamos sin reaccionar. La primera había terminado por caerse al suelo, pese a lo cual ni se inmutó, y continuó durmiendo como un tronco. Katie, por su parte, tras un movimiento brusco realizado durante su sueño, rodó por la cama hasta colocarse paralelamente a mi. Y yo, harta de ver aquel aburrido documental de animales, terminé dándole a un botón aleatorio del mando a distancia. Resultó ser un canal de música. En aquel momento sonaba "For The First Time" de The Script. Amaba aquella canción. Su música, su letra... realmente era una de mis favoritas. Pero lo que más me llegaba en aquel momento era su significado. Porque me recordaba a él. A Niall. Una mezcla de felicidad y amargura ante la cual no sabía si reír por lo afortunada que era por todo lo que me estaba pasando, o llorar. Llorar por decepción, por arrepentimiento, por ese continuo remordimiento que mi mente no era capaz de dejar a un lado.
Cerré los ojos, moviendo mi cabeza al compás de la música, suavemente. Qué relajante era todo aquello, ojalá tuviera momentos así más a menudo...

Y, nada más pensarlo, la ley de Murphy actuó, puesto que unos fuertes golpes en la puerta de la habitación hicieron que Katie se despertara y se incorporara como un resorte y que Lauren soltara un alarido en sueños, pese a lo cual continuó dormida. Me froté los ojos con cansancio y me levanté para abrir la puerta, mientras Katie se sentaba al lado de Lauren en el suelo y la zarandeaba sin muchas ganas y con los ojos cerrados, ya que todavía tenía sueño.

- Siento no haberos llamado, Caitlin, acabo de ver ahora vuestras llamadas perdidas - una alicaída Amy me regalaba estas palabras a modo de saludo, mientras Zayn y Liam, colocados justo detrás de ella, sonreían, de modo protector. No esperé a que estos dijeran nada, sino que me lancé al cuello de la chica, abrazándola con fuerza.
- Amy, joder, que bien que hayas vuelto. Empezábamos a preocuparnos por ti... - le di un cariñoso beso en la mejilla y le agarré de una mano, arrastrándola dentro de la habitación. Hice después una señal con la cabeza para que Zayn y Liam pasaran y cerraran la puerta tras de sí.

Amy arrastró los pies y se dejó caer en la cama. Lauren descansaba a su lado, todavía medio dormida. Katie parecía ya más despierta y, tras saludar a los chicos con una sonrisa se puso a ojear su teléfono móvil, sentada cómodamente en un pequeño sofá.

- Bueno, qué, ¿no nos vas a decir dónde has estado? - preguntó Katie, sin apartar la mirada del teléfono.
- Es que... bueno, es una historia algo larga.
- Tenemos tiempo, Amy - murmuró Lauren, todavía con los ojos cerrados y con voz somnolienta. Todos reímos.
- Dadle tiempo. Quizás no sea bueno que la presionéis... - Zayn habló de forma seria, sentándose junto a ella, y rozándole levemente el brazo. Amy se estremeció, pero no dijo nada, simplemente agachó la cabeza. ¿Qué ocurría aquí?
- Amy, ¿seguro que estás bie...? - comencé a preguntar yo, cruzándome de brazos, pero la chica no me dio tiempo a contestar, puesto que me interrumpió con otra pregunta.
- Un momento, ¿dónde está Claire?

{Narra Liam}

Claire. El escuchar su nombre pronunciado desde los labios de Amy hizo que un escalofrío recorriera mi espalda de arriba a abajo. ¿El por qué? Ni yo mismo lo sabía.

- ¡Es cierto, Claire! ¡Me había olvidado de ella! - exclamó Caitlin al tiempo que se llevaba una mano a la frente, lo que supuso que Lauren diera un respingo, asustada. La chica cogió rápidamente la blackberry que descansaba sobre su cama y marcó un número. Se llevó el teléfono a la oreja.

[Conversación telefónica]
- ¿Claire? ¿Eres tú?
- ...
- ¿Con quién estás?
- ...
- En fin, entre tanta carcajada no se te entiende mucho. Ya me contarás. Te llamaba para avisarte de que Amy ya ha vuelto y está bien. También están Zayn y Liam aquí.
- ...
- Vale, hasta ahora, un beso.
[Fin de la conversación]

La chica cortó y volvió a lanzar el móvil sobre la cama. Acto seguido, nos dirigió una sonrisa a los demás.

- Claire viene en seguid... - no pudo terminar de hablar, puesto que unos golpes en la puerta la interrumpieron. ¿Sería Claire? ¿Tan pronto?
Caitlin se acercó hasta la puerta y abrió. Y si, efectivamente, el corazón se me aceleró.
Allí estaba Claire, vistiendo unos shorts negros ajustados junto a una blusa blanca ancha. Llevaba su pelo suelto y liso echado hacia atrás con una diadema. Sencilla, más sencilla que ninguna. Pero aquel día, precisamente aquel día, algo se había removido en mi interior al verla. Y era algo más fuerte que lo que había sentido los días anteriores. ¿Qué me estaba pasando? No entendía nada. Danielle, Liam, Danielle. No te distraigas.

Claire caminó con agilidad hasta la altura de Amy, para abrazarla con fuerza y darle muchos besos en la mejilla.
- Amy, ¡eres idiota! - dijo después, separándose de ella y observándola con el ceño fruncido - ¿Tú sabes lo preocupada que estaba por ti? Dices que te vas al supermercado de abajo y tres horas después sigues sin dar señales de vida. Y aún por encima no contestas al teléfono, ¿para qué lo tienes? - resopló enfadada, haciendo una pequeñísima pausa - Pero lo peor de todo... lo peor de todo son las tres vagas estas de aquí. - señaló a Caitlin, Lauren y Katie con un dedo - Vosotras estabais muy tranquilas y cómodas durmiendo, ¿verdad? ¿Y si le hubiera pasado algo? - su tono de voz se iba elevando más y más. Estaba realmente enfadada. Pero seguía resultando adorable, quizás ahora incluso más. Verla tan pequeñita, delante de mí, y con tanto carácter... En estos momentos sólo me apetecía abrazarla, pero sabía que estaría fuera de lugar, así que me contuve.
- No te lo voy a negar, estaba muy cansada - respondió Katie. Toda aquella situación y ver a Claire enfadada parecía divertirle bastante.
Esta última respiró hondo, intentando contenerse. Pero sabía que estaba a punto de explotar, lo sabía. En estos últimos días había llegado a conocerla como nadie. Sus defectos, sus virtudes y sus manías. La expresión de su rostro cuando está feliz, satisfecha, triste o enfadada. Y en estos momentos intuía que era lo último lo que le ocurría.

Así que decidí actuar.
- Relájate, Claire, Amy está bien - coloqué una mano sobre su hombro. Pese a lo nervioso que me encontraba en mi interior, hablé con total tranquilidad. La chica se volvió y me miró, con sus grandes ojos café, ojos que expresaban tanto. Se ruborizó levemente y agachó la cabeza.
- Esto... si, lo siento chicas - sonrió levemente, mirándolas. Caitlin la miraba con los ojos muy abiertos y Lauren con una ceja levantada. Amy encontraba sorprendente esta situación. Y, mientras tanto, Katie se echó a reír abiertamente.
- Gracias Liam, eres uno de los pocos que has conseguido amansar a la fiera - Katie volvió a reír. Sus palabras me sorprendieron. Volví a sentir un cosquilleo en el estómago. Y creo que ahora tenía muy claro lo que ocurría.

{Narra Zayn}

Minutos después, todo había vuelto a la normalidad. Por un lado, Katie y Caitlin discutían por algo relacionado con la blackberry, mientras que por otro, Lauren, Claire y Amy habían entablado una conversación con Liam. Y yo estaba allí, sentado en una silla, leyendo un mensaje que Louis acababa de enviarme.

Ey, ¿dónde estás? Me imagino que con Amy, pillín ;) En fin, si ves a Katie, pídele por favor que conteste a mis SMS... Ya no pido que me devuelva las llamadas. Con un SMS me llega, ¿si?. Gracias tío.
P.D: Harry me grita desde su cuarto que te pida que les preguntes a las chicas si mañana quieren quedar.
Louis.

Releí el mensaje una vez más, en especial la parte de Katie. Me extrañaba bastante que me pidiera eso, la verdad. Pero no iba a cuestionarle nada a Louis, lo conocía lo suficiente.

- Bueno Liam, creo que nos deberíamos ir yendo - anuncié levantándome de la silla, después de mirar el reloj que descansaba sobre la mesilla de noche. Ya eran las 22:00. - Por cierto, chicas, me han mandado preguntar si os apetecería quedar mañana - les regalé una de mis mejores sonrisas, confiando en que dijeran que sí. Me gustaba estar con ellas, y así tendría otra excusa para ver a Amy.

Las cinco se miraron entre sí. Katie y Caitlin no parecían muy seguras, pero las otras tres estaban emocionadas.

- Si, claro que sí - se apresuró a contestar Lauren - ¿Os parece bien si nos encontramos a las 12:30 frente al Big Ben?
- Estupendo, allí nos veremos - Liam también se levantó.

Nos despedimos rápidamente de cada una de las chicas. Al llegar a Caitlin, ésta me abrazó.
- ¿Sabes si irá Niall? - susurró en mi oído. Después se separó de mí, observándome con inseguridad.
- Claro, ¿por qué no iba a ir? - sonreí pícaramente. Sabía que a Niall le gustaba Caitlin, y por lo que parecía, el sentimiento era mutuo.
- No lo sé. Si ves que duda, insístele, por favor - dicho esto, me sonrió tímidamente.
Asentí con la cabeza, dándome la vuelta y caminando hacia la puerta, seguido de Liam. Pero no había dado un paso fuera de la habitación cuando me acordé de lo importante.

- ¡Ah, Katie, se me olvidaba! - me giré bruscamente, por lo que las chicas se rieron. La aludida levantó la mirada de su teléfono móvil - Louis me ha pedido que si puedes contestar sus SMS. Dice que no hace falta que le llames, pero que le gustaría que le enviaras un mensaje, aunque sólo sea uno. Palabras textuales - sonreí.

Pero, al contrario de lo que me esperaba, el rostro de la chica se tornó de un fuerte color encarnado. Bajó la mirada a su teléfono, observándolo durante pocos segundos.

- ¿Qué... qué llamadas? - preguntó - No he recibido ninguna... - hablaba con miedo, como si no estuviera cien por cien segura de lo que afirmaba.
- ¿Estás segura? - pregunté extrañado - Bueno, en ese caso, se lo diré.
- ¡No, no, no hace falta! - exclamó ella rápidamente, casi sin darme tiempo a terminar de hablar - Y-yo le... le enviaré un mensaje, sí, pronto se lo enviaré - Katie desvió la mirada hacia el suelo.
La observé detenidamente durante unos instantes, con curiosidad. ¿Qué estaba ocurriendo?

martes, 13 de marzo de 2012

Capítulo 18

{Narra Zayn}

- ¡Amy, espera! - después de asegurarme de que el cabrón ese no tendría las fuerzas suficientes como para levantarse y defenderse, corrí detrás de Amy. Tenía que hablar con ella, asegurarme de que estaba bien, preguntarle que había pasado. Porque sí, por un momento me había asustado. Sólo con pensar qué hubiera ocurrido si yo no hubiera estado allí... no quería ni imaginármelo.
Ella se paró tras escucharme, pero no se dio la vuelta. Temblaba, pese a que no hacía demasiado frío. Y, en medio del profundo silencio de la calle, podía escuchar sus leves sollozos. Me partía el alma.
Llegué hasta dónde se encontraba, poniéndome enfrente suya. La abracé con fuerza, pegándola a mi. Y si antes sollozaba tan sólo levemente, al primer mínimo contacto con mi pecho rompió a llorar.

- Amy, por favor, no llores - no sabía que decir para que se tranquilizara, tenía un nudo en la garganta - Estoy aquí, ¿me oyes? No te va a pasar nada - la separé de mi y puse un dedo bajo su barbilla, obligándola a que me mirara a los ojos - No voy a dejar que te pase nada - rectifiqué. Ella asintió levemente, pero las lágrimas seguían cayendo a raudales por sus mejillas. Yo volví a apretarla contra mi - Vamos, ven conmigo.

Me coloqué a su lado, pasándole un brazo por los hombros, sin separarla de mi. Y comencé a caminar, obligándola suavemente a seguir mi paso.

[Un par de horas más tarde...]

{Narra Claire}

- Ya son más de las 21:00 y Amy aún no ha vuelto... - murmuré, tras comprobar la hora en el despertador de la mesilla de noche. Habíamos juntado dos camas y estábamos las cuatro tiradas en ellas, con la tele encendida y rodeadas de bolsas de patatas fritas y envoltorios de chocolatinas. Lauren y Katie estaban dormidas, la primera con el brazo colgando fuera de la cama y la segunda con su cabeza apoyada sobre el regazo de Caitlin. Ésta última no estaba dormida, pero poco le faltaba. Tenía la mirada fija en el televisor, que emitía un aburrido documental sobre los leones de la sabana; no le estaba haciendo ningún caso. De vez en cuando, movía su mano vaga y lentamente para llevarse una patata frita a la boca. Pero, por lo demás, no había mucho movimiento.
Después de hablar, Lauren se movió de forma brusca y emitió un par de palabras incomprensibles durante su sueño, cosa que ninguna de las dos le dimos mucha importancia, puesto que era algo habitual. Yo observaba a Caitlin, que parecía no haberme escuchado. O eso, o no me hacía caso.

- Caitlin, ¿me oyes? He dicho que son más de las 21:00 y que Amy todavía no ha vuelto - elevé un poco más la voz.
- Ya te había escuchado - fue su única respuesta, simple, sencilla, aburrida. Yo la miré, levantando una ceja, o al menos intentándolo.
- ¿Y esa es tu respuesta? Es muy tarde y todo está oscuro. Amy no conoce Londres. Puede haberle pasado algo...
- Pues llámala.
- Acabo de hacerlo hace cinco minutos.
- ¿Y, cuál es el problema?
- No me contesta.
- Estará ocupada, ya sabes como es Amy, tiene una gran habilidad para conocer gente.
- Caitlin, ¿y si le ha pasado algo? Londres no es como Manchester, esto es todo mucho más grande...
- Ay, Claire, deja de preocuparte de una vez. Amy sabe cuidarse por si misma, seguramente esté haciendo las paces con Zayn en alguna esquina... - me interrumpió, soltando después una leve carcajada.
- Bueno, pues me da igual, yo voy a salir a buscarla - ella incorporó la cabeza, mirándome, con un gesto de incredulidad.
- ¿Tú? ¿Salir a buscarle? ¿A estas horas? No sales nunca a estas horas por Manchester... ¿y vas a hacerlo por Londres?

Me callé unos segundos, mientras reflexionaba.

- Vale, saldré solo hasta la puerta del hotel. Como mucho hasta el final de la calle - tras decir esto, ella se rió. No pude, por menos, sonreír - Llámame si vuelve antes que yo, ¿vale? - Caitlin asintió, volviendo a fijar su mirada en el televisor. Quién sabe en qué o QUIÉN estaría pensando...

{Narra Zayn}

La observé mientras se llevaba la taza de chocolate caliente a los labios. Su larga y ondulada melena oscura caía a ambos lados de su rostro, en parte ocultándolo. Tenía la mirada posada sobre la mesa, con sus largas pestañas negras ligeramente humedecidas. Parecía tan frágil y delicada ahora que la veía en ese estado... Lo único que quería era protegerla y hacerle saber que estaría bien. Que nunca le iban a hacer daño, puesto que yo no lo iba a permitir.
Habíamos acudido al café de un viejo amigo mío, John, un tipo de fiar pese a que su aspecto sucio y desaliñado te hacían pensar lo contrario. Estábamos sentados en una mesa apartada, situada al fondo del local, bajo una enorme lámpara que nos proporcionaba la suficiente luminosidad como para sentirnos cómodos, como en casa.
Amy posó la taza sobre la mesa de la cafetería, con extremo cuidado y suavidad.

- ¿Cómo sabías que iba a ir allí? - esas siete palabras emitidas en forma de pregunta fueron las primeras que emitió la chica desde el incidente. Había llorado durante todo el camino hasta el café, para después permanecer en silencio. Y el oír su voz me hizo estremecerme. Era una voz vacía, hueca, pero a la vez temblorosa, y hasta me atrevería a decir que algo asustada.
Tardé en reaccionar, así que tuve que carraspear con disimulo antes de hablar.

- Si te soy sincero, no lo sabía. No tenía ni la menor idea de que ibas a ir allí. Fue una simple casualidad. Pero no me arrepiento de haber ido, para nada. Si te llega a pasar algo yo...
- ¿Tú qué?
- No me lo perdonaría - la miré a los ojos. Ella me sostuvo la mirada.
- Tú no tuviste la culpa de nada. Fui allí porque quise. Lo que no sé es por qué fuiste tú.
- Llámalo instinto. Ahora cuéntame tú lo que pasó, con todo detalle, por favor.

Amy no contestó inmediatamente, sino que sostuvo mi mirada durante unos segundos. Después, en voz tranquila y con un volumen bajo, comenzó a hablar.

{Narra Claire}

Empujé la puerta del hotel sin muchas ganas. Mis pensamientos sólo se centraban en Amy. En encontrarla, en saber dónde estaba, si estaba bien. Me tenía muy preocupada. Tanto que no me di cuenta del panorama que me esperaba en la calle.
Ruidos de flashes y gritos de adolescentes hicieron que levantara la mirada. Cuando lo vi, en un primer momento, me asusté. Estaba rodeada de paparazzis, de fotógrafos y de chicas cuya edad rondaba los 16 o 17 años.
Descarté al instante la idea de ir a buscar a Amy y me metí de vuelta en el hotel. Corrí hasta llegar al ascensor, y me metí en uno vacío instantes antes de que se cerraran las puertas. Pulsé el botón del tercer piso. Me apoyé contra la pared y resoplé. Veinticuatro horas antes, tal vez, me hubiera preguntado que ocurría allí. Pero, en aquellos precisos momentos sabía exactamente lo que pasaba.

[Flashback]

Toda mi seguridad se desvaneció en cuanto volví a la cafetería, puesto que vi a otra persona, sentada en la misma mesa en la que estábamos Liam y yo. Estaba de espaldas a mi, pero esos rizos eran inconfundibles...

- Hola - murmuré, con una sonrisa forzada, tras carraspear para llamar la atención de los presentes. Tan sólo me había ausentado cinco minutos y Liam y Danielle ya estaban enfrascados en, al parecer, una interesante conversación.


- Ah, ya estás aquí, Claire - Liam me miró con los ojos brillantes. Parecía muy contento ahora que Danielle había aparecido - Esta es Danielle, no sé si la conocerás...


- Sí, nos conocimos el otro día, en la casa, ¿no te acuerdas? - ella me sonrió muy amablemente. Sí, lo sabía, era un cielo de chica, pero no podía evitar sentirme celosa a su lado.
Iba a decir algo, cuanto menos un par de palabras amables antes de despedirme e irme de allí, pero un molesto ruido de voces y otros sonidos que no pude identificar me interrumpieron. Levanté la cabeza, puesto que todavía estaba de pie junto a la mesa y miré por la ventana. Efectivamente, lo que más nos temíamos había sucedido.


- Mierda, nos han encontrado... - Liam comenzó a maldecir en un leve susurro - Esperad aquí, chicas, voy a preguntarle al camarero si podemos usar la puerta de atrás - y dicho eso, se encaminó hacia la barra, pero ya era demasiado tarde. Un grupo de al menos una docena de periodistas y fotógrafos había entrado arrasando en el café, separándose en tres distintos grupos: uno se dirigía a Liam, el otro a Danielle... y el tercero, pero no por ello el más pequeño, a mí. No entendía nada. ¿Por qué a mi? Yo no era conocida, no era famosa. Era simplemente Claire Hicks. No era nadie.
Retrocedí un par de pasos, asustada e intimidada por aquel enorme grupo de gente. Comenzaron a hacerme preguntas a voz en grito, todos a la vez, por lo que no entendía nada.


- Hola señorita, al parecer es usted conocida de Liam Payne, ¿familiar? ¿amiga? ¿o quizás algo más? - dijo un periodista, acercándome peligrosamente un micrófono a la boca.
- Les hemos visto a los tres compartiendo confidencias en este humilde café, ¿se avecina acaso alguna colaboración de algún tipo? - preguntó otro, alto y con unos quilos de más.
- Últimamente se especulan los rumores de posible crisis entre Peazer y Payne... ¿es usted acaso esa TERCERA persona? - una mujer cuarentona, extremadamente delgada y con unas enormes gafas de pasta colocadas sobre el puente de la nariz recalcó esa palabra. "Tercera". ¿"Tercera"?


¿Qué se suponía que era todo aquello? El flash de las cámaras de los fotógrafos me cegaba, y tanta pregunta seguida y formulada a voz en grito me mareaba. Y decidí que lo mejor era salir de allí. Recordaba que, cuando había ido al baño, una puerta situada junto a la misma, de un fuerte color rojo me había llamado la atención. ¿Sería aquella la puerta de salida? Nunca lo sabría si no lo intentaba. Y en aquellos momentos me parecía la mejor opción.
Así que me olvidé de Liam y de Danielle y, sin pensármelo dos veces, me di la vuelta y comencé a correr hacia el interior del local. Fue un movimiento rápido, inesperado, por lo que gané ventaja frente a los periodistas y llegué hasta la puerta en un abrir y cerrar de ojos. 
La abrí sin pensármelo y salí por ella, cerrándola después detrás de mi.
Y sí, por suerte, mis sospechas eran ciertas, puesto que en aquellos momentos me encontraba en el callejón trasero de la cafetería.


[Fin del Flashback]

{Narra Amy}

- Y-y luego... luego apareciste tú. El resto ya lo sabes - terminé de contar lo ocurrido. Un nudo había aparecido en mi garganta y estaba al borde de las lágrimas. Lo había pasado mal, muy mal.

Zayn se había mantenido en silencio durante los diez o quince minutos que había durado mi relato. No había apartado su mirada ni un segundo de mi, por lo que la sentía penetrante, como si pudiera leer mis pensamientos. Y eso me hacía sentirme desnuda y vulnerable frente a él.
Pero, pese a esa aparente tranquilidad que demostraba, avisté que sus manos estaban cerradas en un puño, con fuerza, aunque él parecía no darse cuenta.

Terminé de beberme el chocolate y apoyé la taza de nuevo sobre la mesa. Después, miré mi reloj. Eran ya las 21:30, las chicas debían de estar muy preocupadas por mi. ¿Me habrían llamado al móvil en algún momento sin darme yo cuenta?
A punto estaba de comprobarlo cuando una fría y grave voz de Zayn me sobresaltó.

- Amy, esto no va a quedar así. Te lo juro - fijó su mirada en la mía, provocándome un escalofrío - Pero ahora es tarde, volvamos ya al hotel - y tras pronunciar esas palabras se levantó, tomó mi mano y me arrastró tras él fuera de la cafetería.

En la calle hacía frío, mucho frío, pero en lo único en lo que yo podía pensar en aquellos momentos era en Zayn y en su brazo que rodeaba mi cintura, encaminándome de vuelta al hotel.

{Narra Claire}

Salí del ascensor, intentando borrar de mi cabeza aquellos sucesos. Todavía no se lo había contado  a ninguna de las chicas, pero tampoco tenía demasiadas ganas de recordar lo ocurrido.
Me frené nada más salir del ascensor, aguzando el oído. Pretendía escuchar el mayor silencio posible, el que me indicaba que todo se había despejado, que todo era tan fácil como salir corriendo. Pero, obviamente, no tuve esa suerte. Dicen que los problemas se resuelven al enfrentarlos, no al huir de ellos. Quién quiera que haya dicho eso, tenía toda la razón.
Pero en aquellos momentos me hallaba sin fuerzas ni ganas como para solucionarlos, así que corrí por el pasillo del tercer piso de aquel hotel en el que me encontraba. Corrí rezando para que las chicas estuvieran en la habitación, para que se movieran con la suficiente agilidad como para abrirme la puerta con rapidez. Porque si alguien me veía entrar allí, todo sería un auténtico desastre.

Llegué hasta la puerta de la habitación jadeando, y comencé a aporrear la puerta con todas mis fuerzas.

- ¡Caitlin, sé que estás despierta, ábreme por favor! - grité lo más alto posible. Escuché un leve ruido procedente del interior, pero al instante paró - ¡Caitlin, por favor, es urgente! ¡Me he dejado las llaves dentro, ábrem...!

No me dio tiempo a seguir gritando, puesto que la puerta de la habitación se abrió de par en par.

- ¿Caitlin? No sabía que ese fuera mi nuevo nombre... - una voz divertida procedente del interior me recibió, acompañándose de una sonrisa.

Yo me quedé boquiabierta, todavía con la mano en alto, con el gesto de llamar a la puerta. Sabía que estaba haciendo el ridículo, pero en aquellos momentos algo no cuadraba.

- Tú... - comencé a hablar - ¿Y tú quién eres?

domingo, 4 de marzo de 2012

Capítulo 17

{Narra Amy}

Las chicas seguían dando golpes en la puerta del baño, pidiéndome casi a gritos que abriera la puerta y que explicara lo que estaba pasando. Pero yo no las escuchaba. No podía. Mis pensamientos ocupaban toda mi mente en aquel momento.
Tardé unos minutos en dejar de llorar, ignorando los gritos que escuchaba al otro lado de la puerta. Cuando por fin me calmé, me levanté del suelo, donde estaba sentada y me coloqué frente al espejo. Tenía los ojos rojos e hinchados, y aún había restos de lágrimas descendiendo por mis mejillas. Me lavé la cara, cosa que no ayudó mucho, puesto que todavía se notaba que había llorado, pero aparté la mirada del espejo y me di la vuelta.
Al abrir la puerta, me encontré con los ojos de las chicas, preocupados y expectantes, mirándome.

[Flashback]


- Dos helados, uno de fresa y otro de chocolate, por favor - Zayn pagó con una moneda de dos libras al vendedor, que, con gesto huraño, nos entregó dos cucuruchos con dos enormes bolas de helado. Una vez tuve el helado entre mis manos, y antes de marcharme, le mostré la lengua al señor. Así a ver si se le quitaban las ganas de ser tan borde.
Zayn me miró con incredulidad y comenzó a reírse. Adoraba su risa. Podría estar escuchándola durante horas.
- ¿Qué acabas de hacer? - me preguntó, todavía sin creerse demasiado lo que había hecho.


- Echarle la lengua, ¿por? - contesté, como si no fuera nada del otro mundo.


- Estás loca... - volvió a reírse una vez más.


- Y eso te encanta - le guiñé un ojo, divertida, mientras probaba un poco del helado.


- No te lo niego - divertido, tomó él también un poco de su helado.


Yo me mostré indiferente a su contestación, pero en realidad no lo estaba. Zayn me gustaba cada día más, y no podía evitar preguntarme constantemente si él sentiría lo mismo. Y cosas como esta me daban mucho que pensar. 
Caminábamos el uno junto al otro, por una calle poco transitada del centro de Londres. Habíamos dejado atrás un paseo cercano al palacio de Buckingham, en el cual habíamos estado descansando durante una hora por petición mía. Me encantaba ese lugar, me relajaba, pero sólo podía visitarlo cada vez que viajaba a Londres, que era una vez por año, cuando visitaba a mis abuelos en verano. Como hacía tanto calor, habíamos decidido comprar un helado en un puesto cercano.
Observé a Zayn por el rabillo del ojo. Estaba pensando en algo, con concentración, serio. Qué guapo era cuando se ponía así. Bueno, en realidad, Zayn era guapo siempre, lo cojas por donde lo cojas, lo mires por donde lo mires.


- ¿Quieres probar? - acerqué mi helado a su boca, intentando llamar su atención, y antes de que él pudiera contestarme, le manché el labio superior de helado, a propósito - ¡Oh, lo siento mucho! No pretendía mancharte... - me reí. Definitivamente, no sabía mentir.


- ¡Pero tú! ¿Qué te crees? - elevó la voz, intentando mantener una postura seria - Primero me manchas la mano de boli... y ahora, ¿esto? Te las estoy pasando todas, ¿eh?, pero voy a terminar enfadándome contigo - se enfurruñó, arrugando la nariz de forma adorable. Yo me reí.


- No eres capaz de enfadarte conmigo, así que no intentes engañarme - Todavía me quedaba el cucurucho del helado entero, pero no me apetecía comérmelo, así que lo tiré a una papelera - Anda, vamos ahí dentro a buscar unas servilletas - con una mano señalé una cafetería que había justo a nuestro lado mientras que, con la otra, lo agarraba por un brazo y lo arrastraba detrás de mí.


Entramos. La cafetería no destacaba por una abundante clientela, además de que su aspecto era bastante cutre, pero pensé que sería lo mejor, así no nos arriesgábamos a que alguna fan nos viera.
Me acerqué a la barra y le pedí al camarero un par de servilletas, mostrándole la mejor de mis sonrisas. Era un chico joven, no debía sobrepasar los 25 años, y era bastante mono. Tenía el pelo castaño oscuro y los ojos azules, tan azules como el mar. Su piel era pálida, muy pálida, cubierta de pequeñas pequitas que le daban un aire travieso. Él, encantador, me entregó cuatro servilletas, después de guiñarme un ojo. Yo levanté una ceja, confundida, y después de lanzarle un beso por el aire, burlona, me di la vuelta, dirigiéndome a Zayn.


- A ver, que ya parezco tu madre, toma esta servill... - me interrumpí, puesto que Zayn no se encontraba a mi lado. Lo busqué con la mirada por toda la cafetería, hasta que lo vi. Se estaba acercando al fondo de la cafetería, donde tan sólo había dos mesas ocupadas. En una, un anciano señor tomaba un café y leía el periódico con tranquilidad. En la otra, una joven morena y despampanante, dedicaba una espléndida sonrisa hacia Zayn. ¿Estaría regalándosela a él? Un escalofrío me recorrió toda la espalda y me sentí extraña. Sí, la joven le sonreía a Zayn, y para cuando éste llegó a su mesa, ella se levantó, dándole un cariñoso abrazo.
Noté una punzada de celos en el pecho, pero no me moví de mi sitio. La chica tenía la tez oscura y el pelo negro, ondulado, que le caía en bucles bien definidos por la espalda. Sus ojos eran marrones, ligeramente achinados, pero era guapa, muy guapa. Sería una vieja amiga, nada más. O quizás una prima lejana... puesto que tenían un aire similar. 
Pero, en ese preciso momento, todas mis esperanzas se desvanecieron, ya que la joven, inesperadamente, pasó sus brazos alrededor del cuello de Zayn y le besó. Él, en un principio, parecía sorprendido, pero no se separó de ella. Y yo no lo aguanté. No podía quedarme allí como una tonta, viéndolo, porque sería masoquismo.
Tiré las servilletas al suelo, bajo la atenta mirada del camarero, que no había apartado su vista de mi ni un sólo segundo y me fui de la cafetería, dando un sonoro portazo.


[Fin del Flashback]


{Narra Claire}

Amy no lloraba, pero podía notar el dolor en su mirada. No sabía que decirle, puesto que yo me sentía de forma parecida.

- Amy... seguro que hay una explicación para eso. Como tú misma dijiste, fue ella la que se lanzó. Él tal vez no quería... - Lauren intentó animarla.

- Si no hubiera querido, se hubiera apartado. Tuvo tiempo de hacerlo - dijo, secamente.

Yo respiré profundamente.

- No... no sé que decirte, Amy, porque yo me siento más o menos igual... - murmuré.

- ¡Es cierto! Lo siento, Claire, debería haberte preguntado qué había pasado, pero lo olvidé por completo - Amy me miró a los ojos, era una mirada sincera. Yo le sonreí. Las demás no dijeron nada, pero me miraron, expectantes.

[Flashback]


Liam abrió la puerta de la cafetería y me dejó pasar primero.
Había comentado que iba a llevarme a un lugar donde podríamos estar tranquilos, pasear, sin que nadie nos molestara, pero me pidió amablemente hacer una pequeña parada en una cafetería, puesto que ya era la hora de comer y tenía hambre. Yo divertida, no puse ninguna objección.


Nos sentamos en una mesa alejada, pero situada al lado de un gran ventanal, por lo que estaba muy iluminada. El camarero vino a tomar el pedido.


- Para mí un sándwich de pollo y una coca-cola, por favor - pidió Liam.


- A mi tráeme una ensalada mixta y un agua - no tenía mucha hambre, así que me decanté por algo ligero y sano. Bueno, en realidad, siempre lo hacía.


Mientras esperábamos a que trajeran la comida, Liam se me quedó mirando, fíjamente, a los ojos. He de reconocer que su actitud me incomodaba un poco, me ponía nerviosa, no sabía que hacer. Saqué el móvil, disimulando, para comprobar que, desgraciadamente, no tenía ningún SMS por leer. Volví a guardar el móvil en el bolsillo y me decidí, por fin, a mirarlo, con un leve rubor en mis mejillas.


- ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? - pregunté, mostrándole una tímida sonrisa. Él soltó una leve carcajada.


- Oh, nada, no es nada. Simplemente, pensaba.


- ¿Pensabas? ¿En qué?


- En todo - lo dijo mirándome a los ojos - Estaba recordando cómo nos conocimos. Y los buenos momentos que, hasta ahora, hemos pasado juntos.


- Ya ves tú, la de casualidades que tiene la vida, ¿eh? - dije con timidez, mientras bajaba la mirada. El camarero nos trajo los platos y empezamos a comer. La ensalada era un poco sosa, pero estaba rica.
Nos pasamos un par de minutos en silencio mientras comíamos, pero no era un silencio incómodo. Era agradable.


- También estaba pensando en lo guapa que estás hoy. Bueno, hoy y siempre - ahora sí, seguro que me había sonrojado de pies a cabeza.


- Gra... gracias - murmuré, nerviosa, y con una sonrisa tonta. Lo influencia que este hombre tenía sobre mi no era normal. Necesitaba relajarme - E-esto, voy... voy un momento al servicio, en seguida vuelvo - me levanté de la mesa, a la vez que él se reía ligeramente. Siempre que me ponía nerviosa a su lado me escapaba al baño, y parecía que él ya se había dado cuenta de ello.


Una vez allí, me metí en uno de los baños, cerrando la puerta con pestillo. Me apoyé contra la pared, y traté de relajarme. Pero una sonrisa de tonta aparecía en mi rostro cada vez que recordaba sus palabras.
Saqué el móvil del bolsillo y comencé a escribir un mensaje para las chicas.


"Necesito veros ya. Todavía no me creo lo que me acaba de pasar; es... surrealista. Llamádme si podéis, y si no, nos vemos esta noche en el hotel. Os quiero.
Claire, xxx."


Tras asegurarme de que el mensaje se había enviado correctamente, salí del baño, dispuesta a llegar allí y dejar los nervios a un lado. Iba a ser la Claire de verdad, la Claire atrevida, que no se pone nerviosa cuando un chico le habla. La Claire que yo era hace unos meses.

Pero toda mi seguridad se desvaneció en cuando volví a la cafetería, puesto que vi a otra persona, sentada en la misma mesa en la que estábamos Liam y yo. Estaba de espaldas a mi, pero esos rizos eran inconfundibles...

[Fin del Flashback]

- ¿Era Danielle? - preguntó Katie.

- Si, era ella - miré hacia el suelo durante unos segundos, pensativa - Vale, ya sé que no tengo razones para ponerme así, puesto que ya sé que Liam y Danielle son algo más que amigos, pero duele, ¿vale? Duele que la persona de la que te estés enamorando te diga primero que te encuentra guapísima pero que en realidad a él le guste otra persona, y...

- Claire, no tienes por qué disculparte. Yo entiendo como te sientes - Katie me interrumpió, cogiéndome de una mano - Lo que tenemos que hacer ahora es dejar de ser tan dramáticas y empezar a sacarle el lado positivo a las cosas, ¿vale? - me encantaba como ella siempre era capaz de animarnos a todas con su optimismo - Además, chicas, ¡estamos en Londres! No todo se reduce a One Direction; un día de estos nos pondremos monísimas y nos iremos de fiesta hasta la madrugada, ¿os parece? - sonrió, esperando nuestra aprobación.

Caitlin y Lauren se rieron, y yo sonreí. Amy simplemente asintió con la cabeza, puesto que estaba algo ausente. Pensativa. Todas sabíamos que a Amy le gustaba muchísimo Zayn y, quieras que no, la historia le había dolido, pese a que intentaba aparentar que estaba mejor.

{Narra Amy}

No había hecho mucho caso a Claire mientras hablaba, y eso me hacía sentir algo culpable, pero no podía apartar la imagen de Zayn y la otra chica de mi cabeza. Las demás ya habían empezado a hablar de temas menores sin importancia, como la programación de la televisión aquella tarde o lo que podríamos cenar esa misma noche.
Pero todavía era temprano, las 18:00 de la tarde, y yo no aguantaría hasta el día siguiente encerrada en aquellas cuatro paredes, intentando aparentar que estaba bien. Por lo que me levanté, cogí una chaqueta y el bolso y me dirigí a la puerta.

- Chicas, me voy a comprar algo al supermercado que hay cerca de aquí. Así de paso me aireo un poco, que estar encerrada en la habitación me agobia - dije, sonriente, intentando aparentar tranquilidad.

- ¿Quieres que te acompañe? - Caitlin hizo amago de levantarse, pero yo la frené.

- No, no te preocupes, iré yo sola - le dediqué una sonrisa de oreja a oreja y salí de la habitación, sin esperar respuesta de las chicas.

Crucé la puerta del hotel y caminé por las calles, hacia un destino concreto. Necesitaba ir allí, presentía que hasta que no llegara, no conseguiría calmarme. Llamémosle intuición.
Llevaba ya más de una hora caminando, pero, como iba pensando, apenas la noté. 
Cuando avisté la cafetería, toda la calle, solitaria de por si, estaba sumida en la más profunda de las oscuridades. Eran las 19:45, todavía temprano, pero todos sabemos que en Londres el sol se pone mucho antes. 
Caminé hasta la puerta del local. Mierda, ya habían cerrado. Hacía tres cuartos de hora. ¿Y ahora que hacía yo? Pues volver, Amy, no te queda otra.
Me di la vuelta, volviendo sobre mis pasos, que resonaban en la calle silenciosa. Cuando de pronto, oí un susurro. Muy leve. Me quedé quieta, preguntándome si quizás había sido mi imaginación. Esperé un minuto, a ver si lo volvía a escuchar, pero nada.
Reanudé mi camino. No había dado ni dos pasos cuando volví a escuchar algo, o mejor dicho, a alguien. Y esta vez con más claridad.

- ¡Eh tú! - sí, esa voz se dirigía a mí, puesto que no había nadie más en la calle. El corazón se me aceleró. Estaba muy asustada. Busqué con la mirada el lugar de procedimiento de la voz, hasta que lo encontré. En un pequeño callejón, apoyado en la pared y fumando un cigarro había un chico. Era el camarero que antes me había dado las servilletas.
Una parte de mi interior se sintió aliviada al reconocer su rostro, en el que mostraba una sonrisa amable. Pero, otra parte de mí, me decía que tuviera cuidado. Era un presentimiento.
Me acerqué hasta la pared del callejón, a una distancia prudente del chico, pero sin apartar mi mirada de él.

- ¿Qué haces aquí tú sola? - el joven se acercó a mi, sin borrar la agradable sonrisa de su rostro.

- Pu-pues... - no Amy, así no empiezas bien. Tenía que demostrar seguridad, así que procuré no tartamudear - Nada. Simplemente venía a ver si la cafetería estaba abierta, para tomar algo. Pero ya he visto que no lo está...

- Puedo abrirla para ti, si quieres - me interrumpió. Su rostro se tornó algo más sombrío, pero supuse que la oscuridad me estaba jugando malas pasadas.

- No, no hace falta, no te preocupes - contesté rápidamente - Es muy tarde ya, y tengo que volver a casa, me están esperando para cenar - mentí. No sabía por qué, pero lo hice. Algo en mi interior me aconsejó que lo hiciera.

- ¿Tarde? Si de verdad fuera tarde no te hubieras molestado en venir hasta aquí a tomar algo - imitó el tono que yo había utilizado antes, de forma brusca. Yo, asustada, dí un paso hacia atrás, con la pared a tan sólo unos centímetros de mi espalda. Él, tras darse cuenta de su error, se acercó a mi - Oh, lo siento, no quería ser tan borde. Sólo quería decir que, bueno, quiero conocerte...

- Si, y yo también, pero otro día, ¿vale? - me dispuse a darme la vuelta y alejarme de allí, pero el chico colocó una mano sobre la pared, cortándome el paso.

- No. Yo quiero que sea hoy. Y consigo todo lo que quiero, ¿sí, bonita? - se acercó todavía más a mí. Su aliento era repugnante, una mezcla de tabaco y alcohol.

- Déjame, por favor - dije con firmeza, aunque asustada.

- He dicho que yo consigo todo lo que quiero, ¿o es que no me escuchas? - elevó la voz, de forma brusca. Acercó después su boca a mi cuello. Otra vez su aliento me golpeó en el rostro. Era nauseabundo.

- ¡Que me dejes en paz, por favor! ¡Déjame irme! - no aguanté más y estallé en lágrimas. Estaba muy asustada, el corazón me latía con más rapidez que nunca y escuchaba las fuertes carcajadas burlonas del camarero en mi oído. 

Ya lo daba todo por perdido, cuando de pronto, escuché una voz. 

- Apártate de ella. - dirigí mi mirada hacia esa voz, pero no pude distinguir quién era, puesto que mis ojos estaban anegados en lágrimas.
El aliento del camarero todavía chocaba contra la fría piel de mi cuello, pero eso duró sólo unos pocos segundos más, puesto que la persona que había llegado le dio un fuerte empujón, con el que consiguió tirarlo al suelo.
Yo, asustada, aproveché el momento de confusión para escapar. Tambaleándome, empecé a correr, sumergiéndome otra vez en la solitaria y oscura calle, intentando recordar el camino de vuelta al hotel y, sobre todo, intentando escapar de allí.

Pero una voz a mis espaldas me hizo frenar en seco. Era la misma voz que antes se había dirigido al camarero. Y yo la conocía.