viernes, 9 de noviembre de 2012

EPÍLOGO.

Aquí está, por fin. El epílogo. El final de esta historia que me ha gustado tanto escribir y que leyerais. No lo voy a negar, me ha costado mucho escribirlo, y tampoco creo que haya quedado a la altura de lo que me gustaría, pero no me va a salir algo mejor. Espero que os guste.
Me gustaría dar las gracias, ya que es el final, por muchas cosas. Gracias a todas las que hayáis leído en algún momento algún capítulo de mi novela. Aunque sólo haya sido uno y no hayáis seguido, eso ya significa mucho para mi. Gracias a todas las que estáis desde el principio hasta ahora, que es el final. Gracias a las que os habéis incorporado casi al final. En resumen, gracias a todas las que me habéis leído, no sabéis lo que significa para mi que alguien dedique parte de su tiempo a leer lo que yo he escrito. Significa muchísimo.
Gracias también por todos los comentarios que he recibido, tanto en el blog, como por twitter o como por ask. Todos fueron buenos comentarios y eso sólo me daba más y más ganas de seguir escribiendo. Dudo mucho que hubiera llegado a la mitad de la novela si nadie me hubiera comentado nada.
Y no sé qué más decir... sólo espero que os haya gustado y que hayáis disfrutado leyéndola tanto como yo lo he hecho escribiéndola.
Ya sabéis, como siempre, cualquier cosa que queráis me dejáis un comentario en la entrada, una mención en twitter o una pregunta en ask. Leeré todo.
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Por cierto, me gustaría avisaros también de que probablemente comience una nueva novela. No, no es la del otro blog que empecé, esa la he abandonado por falta de tiempo e ideas (LO SIENTO), pero tengo ya varias ideas pensadas y tal, y probablemente la suba a twitpic. Por lo tanto, todas las que queráis que os avise cuando empiece a subir capítulos de esa nueva novela, OBLIGATORIO, DEJAD UN COMENTARIO EN ESTA ENTRADA. NO VALDRÁ MENCIÓN EN TWITTER NI PREGUNTA EN ASK, NO. COMENTARIO EN ESTA ENTRADA. Es que si no, luego pierdo las menciones y me hago un lío. Así que comentario aquí, ¿vale?

Y nada más, os dejo leer el epílogo tranquilas. Una vez más, muchísimas gracias por todo. Os quiero.


[Un año más tarde...]

Viernes, 4 de octubre de 2013.
Manchester.

Querido diario:

Cuánto tiempo sin hablar contigo. Desde que tenía doce años, en concreto, que fue la última vez que te escribí. Pido perdón por ello, ya sabes lo despistada que soy y lo mucho que me cuesta cumplir una rutina.

Me imagino que te preguntarás por qué me molesto en escribirte ahora, con mis dieciocho, así, sin venir a cuento. Pues bien, es muy simple: estaba haciendo limpieza en mi cuarto (por increíble que parezca) y te encontré. Leí las pocas páginas que hay escritas y recordé bastantes cosas que me ocurrieron en el pasado y que ya había olvidado. Y pensé "¿Por qué no contarle lo que me ha ocurrido en este último año?". Así quedará grabado para la posteridad y, por mucho que pasen los años y los recuerdos se borren de mi mente, perduraran para siempre entre estas hojas. Y, quién sabe, quizás cuando sea mayor, muy mayor, dentro de veinte o treinta años, pueda leerles todo esto a mis hijos (si es que los llego a tener).

En fin, quién me iba a decir a mi que, con apenas diecisiete años recién cumplidos, mi vida iba a dar semejante vuelco. Quién me iba a decir a mí que aquél simple viaje de amigas se convertiría en algo tan importante, algo que marcaría mi vida posterior. En realidad, nadie se lo había imaginado jamás.

Ha pasado ya un año desde que regresamos a Manchester, después de todo lo vivido en la maravillosa ciudad de Londres, pero todavía me acuerdo de cada momento con todo detalle. Y si no, las chicas se encargan de recordármelo, por eso no hay ningún problema.

Te preguntarás qué fue de nosotras después de todo aquello. Ocurrieron muchas cosas, no te lo voy a negar, quizás demasiadas y todas en un período demasiado corto de tiempo. Cosas buenas, cosas malas. Sonrisas, llantos, alegrías, tristezas, confusiones... de todo. Pero voy a dejar de andarme con rodeos y ser clara.

¿Por quién empiezo? ¿Por Caitlin? Cómo se nota que Niall la adora. Y normal lo veo. 
Pese a que, cuando regresamos de Londres, ella estaba destrozada y no dejaba de llorar ni un segundo por él, eso no duró mucho más de tres días. Se llamaban, se escribían, se mandaban mensajes, hablaban por skype, por facebook, por twitter y por toda red social inventada. Niall venía a verla casi todos los fines de semana, ya que siempre solía tener algún día libre, a no ser que estuviera de viaje en otro país. Incluso Caitlin se fue cuatro días de viaje con él a Irlanda durante las vacaciones de Navidad (viaje del cual volvió muy contenta, no me quiero ni imaginar lo que ocurrió allí, pero supongo que de todo). No lo voy a negar, eran una pareja envidiable. Demostraron que no hacía falta verse todos los días para quererse y que, pese a no vivir demasiado cerca el uno del otro, las relaciones a distancia podían funcionar. Y ahora que Caitlin ha conseguido entrar en la facultad de fotografía de Londres, ambos se han mudado a vivir juntos a un piso allí. La echo mucho de menos, muchísimo, pero también me alegro un montón por ella. Se merecía ser feliz, y qué menos que con el amor de su vida. Al menos, me consuela saber que en poco más de dos meses, cuando sean las vacaciones, vendrá a pasar unos días a Manchester y podré volver a verla (eso si no me escapo yo antes hasta allí).

Con Claire pasó un poco más de lo mismo. Liam hizo exactamente lo que había prometido, pero de una forma un poco... sorprendente. Una semana después de que regresáramos, ni más ni menos, se presentó en casa de Claire sin avisar (bueno, en realidad Caitlin, Lauren y yo lo sabíamos, pero éramos las únicas). ¡Imagínate como fue la cara de su padre cuando vio en la puerta de su casa a un chico que se presentaba como el novio formal de su hija! Yo no estaba presente, pero según me ha contado Lauren, que si que estaba allí, Claire no podía haberse puesto más roja. Al parecer, los cuatro tuvieron una cena en familia, durante la cual se conocieron los unos a los otros y, en cuanto Liam regresó a Londres esa misma noche, los padres de Claire le dieron, por enésima vez, "la charla". Y digo por enésima porque no era la primera vez que se la daban. ¡Pobrecita Claire! Pero, mirándolo por el lado positivo, ella y Liam están genial en estos momentos. Claire sigue viviendo en Manchester, pero ambos están preparando un viaje para hacer durante las vacaciones de Navidad. La India, China o México, esa es la cuestión. No nos podían salir más exóticos, los tíos...

Y ya que he mencionado a Lauren un poco más arriba, voy a hablarte sobre ella... porque lo de Lauren tiene tela. Ya sabes que justo el día que nos íbamos se habían reconciliado, ¿verdad? Pues bien, a partir de ahí todo iba genial. Pareja envidiable, se querían, confiaban el uno en el otro, se gastaban bromas entre ellos, se llamaban a todas horas... y todo eso, pero sólo les duró un par de semanas. ¿Qué ocurrió después? Pues ya sabes cómo le gusta a la prensa inventar mil y una historias sobre Harry. Dio la casualidad de que Lauren leyó una de ellas y le llamó para comentárselo y pedirle que lo aclarara todo (lo admito, esta vez Lauren fue más precavida y no le echó nada en cara, simplemente quiso cerciorarse). ¿El problema? Harry la interpretó mal, o eso quiero pensar, se enfadó, Lauren se le rebotó, comenzaron a gritarse por teléfono y... bueno, la cosa no acabó bien. Al día siguiente, Lauren nos comunicó que habían cortado. Me sorprendió, por otra parte, lo bien que se lo tomó ella. No parecía afectada en absoluto e incluso comenzó a tontear con otros chicos. A uno de ellos, Dan se llamaba, lo trataba de forma especial. Estaba claro que él estaba interesado en ella, pero quería lo que quería. Y lo terminó consiguiendo. O, al menos, estuvo a punto. Te explico por qué.
Ya sabes lo influenciable que puede llegar a ser Lauren a veces. Pues bien, el chico logró convencerla y fue hasta su casa, los dos juntos, solos, una tarde que los padres de Lau no estaban. Lauren se iba arrepintiendo poco a poco, pero no era capaz de decirle a Dan que no. Y entonces, ¿qué ocurrió? Sí, chico, sí, lo que sólo ocurre en las películas. Harry apareció en la puerta de su casa (había viajado directamente desde Londres para ello), disculpándose por todo lo ocurrido y pidiéndole casi de rodillas que volviera con él. Ella, que obviamente seguía enamorada de él (y trataba de ocultarlo con otros chicos) le dijo que sí y esa noche... Harry se quedó a dormir en su casa. No preguntes más. (Por supuesto, voy a omitir el encontronazo entre Harry y Dan en la habitación de Lauren, porque te aseguro que no fue demasiado agradable... por lo menos para Dan). Cabe añadir que esta misma situación se ha dado dos veces más, la primera por otro rumor que había salido sobre Harry y la segunda porque Lauren tuvo una crisis un día, ya que creyó haberse enamorado de otro chico (al final no resultó ser). De hecho, en estos precisos momentos, llevan tres días sin hablarse (no sé qué les ha ocurrido esta vez), pero no te preocupes, les doy dos días más para que se reconcilien.

Y respecto a Louis y a mí... todo sigue igual. Bien, por suerte. En realidad, no nos vemos tanto como me gustaría, ya que está muy ocupado, si no es trabajando, es arreglando los papeles de la nueva casa a la que se va a mudar o viajando hasta Doncaster para ayudar a su madre a cuidar de su abuelo, que está bastante mal. De todas formas, se ha pasado alguna vez por Manchester y todo ha sido tan genial como siempre, porque no hemos perdido relación ninguna. Seguimos hablando por teléfono TODAS las noches, no ha habido ninguna que no hayamos hablado (así están mis padres hasta el moño de las largas facturas que les llegan a fin de mes). 
Y atención, me ha dicho que quiere presentarme a su madre y a sus hermanas durante estas vacaciones de navidad (sí, tiene pensado que me vaya con él una semana a Doncaster). No puedo estar más nerviosa, de verdad que no. ¿Cómo serán? ¿Me aceptarán? ¿Y si no les caigo bien? Al fin y al cabo, su hijo no deja de ser una persona famosa, y quizás no vean aceptable que estemos juntos... yo que sé, cada día surgen mil dudas nuevas. Yo, simplemente, trato de ignorarlas, básicamente porque Louis se enfada conmigo a la mínima que las mencione...

Sí, lo sé, sé que te has dado cuenta. Falta alguien. Amy. He tratado de evitar tocar ese tema durante todo este tiempo que llevo escribiéndote, pero me he dado cuenta de que no tendría sentido contar cómo ha sido este último año sin incluirla a ella. Porque pese a que las cosas hayan dado un giro de 180 grados, ella formó parte de toda esta historia, y eso es algo que no se puede evitar. Pues bien, empezaré por el principio, pero seré breve y clara.

Amy estaba enamorada de Zayn. Zayn no acudió a la estación con los demás chicos para despedirse. Lo que pensó Amy fue que durante todo este tiempo la había tenido engañada, que no la quería de verdad. No dijo ni una sola palabra durante todo el viaje de vuelta, y nada más llegar a Manchester, se fue a su casa sin apenas despedirse de nosotras. No quiso salir en la última semana que teníamos antes de volver a empezar las clases en nuestro último año de instituto. No sabíamos si le ocurría algo más aparte de estar triste por Zayn, no respondía a las llamadas, no contestaba a los mensajes, no nos abría la puerta. Su madre nos daba evasivas, mandándonos de vuelta para casa de la forma más sutil posible, pero en su rostro podíamos observar lo preocupada que se encontraba por su hija.
Llegó el primer día de instituto y Amy no apareció por allí. A la salida volvimos a probar suerte, acercándonos hasta su casa para preguntar por ella. Esta vez, su madre nos dio una respuesta. Amy se había cambiado de instituto por voluntad propia. En resumen, no quería saber nada más de nosotras. Quería olvidarse de todo y empezar de cero. Lo que no entendíamos demasiado bien era el por qué. Nosotras no teníamos la culpa de nada de lo que le había ocurrido con Zayn, ni mucho menos. De hecho, sólo estábamos allí para ayudarla.
Y menos aún entendimos la situación cuando, aproximadamente, dos semanas más tarde, Louis y Niall nos contaron lo que realmente había sucedido: Zayn sí que estaba enamorado de Amy. Zayn sí que la quería. Zayn no quiso verla sufrir por verla triste por su regreso y no fue lo suficientemente fuerte como para afrontar esa situación, por lo que decidió no ir a despedirla. Una estupidez. De todas formas, rectificó a tiempo y apenas un par de días después, se presentó en la puerta de casa de Amy, declarando todo su amor por ella, pidiéndole perdón, rogándole que se olvidara de todo lo pasado y dándole explicaciones para todo. Pero lo más fuerte es lo que hizo Amy después: se encogió de hombros y le cerró la puerta en la cara.

Zayn se mosqueó y volvió a Londres, no sin antes volver a intentarlo dejándole varios mensajes en su buzón de voz. Decidió olvidarse de ella y, aunque en un principio le costó, lo consiguió. Conoció a Perrie, una chica con la que compartía profesión, y al parecer se llevan estupendamente. Y de Amy... no he vuelto a saber nada. Ni ella se ha molestado en saber de mi, un año después de todo lo que ha sucedido. Supongo que todo esto debía de ocurrir, que si pasó, fue por algo. Me da mucha pena haberme distanciado de ella, pero yo ya he hecho todo lo posible por tratar que las cosas volvieran a ser como antes. Y ella ha respondido cambiándose de instituto e ignorando todas nuestras llamadas y mensajes. Así quiso ella que fuera, y así ha tenido que ser, por desgracia.

Y bueno, la historia ya va llegando a su fin. ¿Te ha quedado todo claro? Eso espero, porque me he dejado la mano escribiendo aquí. Lo que pasará a partir de ahora, no lo sé. Pasará lo que tenga que pasar. De momento, sólo quiero centrarme en mis estudios en la universidad y en la visita a la familia de Louis de estas Navidades... sí, sé que soy pesada, pero no puedo sacármelo de la cabeza. Ya me conoces, ya sabes como soy.

En fin, querido diario, ha sido un placer reencontrarte después de tanto tiempo. Creo que mi deber era ponerte al día de lo que está pasando ahora. Y así he hecho. Espero que la próxima vez que te escriba sea tan sólo para contarte cosas buenas.
Y ahora te dejo. Hoy es viernes, a Louis le han dado el día libre y ha cogido un tren hacia aquí para pasar el fin de semana conmigo. Ya debe de estar a punto de llegar a la estación y me gustaría estar allí para recibirlo, hace dos semanas que no le veo.

Gracias por haberme escuchado, ya que esta ha sido la única forma de desahogarme en condiciones desde hace bastante tiempo. Gracias, de verdad.

Buenas noches.

Katie.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Capítulo 42 - ÚLTIMO.

Hola, como ya sabéis este es el último capítulo, pero todavía falta el epílogo, que lo subiré en cuanto pueda. Espero que os guste y cualquier cosa, me decís por comentario en la entrada, mención en twitter o pregunta en ask.
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OS QUIERO Y GRACIAS POR LEER <3

[Dos días después...]

{Narra Lauren}

Hay un dicho que dice que todo lo bueno se acaba. Sí, todo, absolutamente todo. Y, por desgracia, aquel maravilloso viaje que había cambiado nuestras vidas por completo también había llegado a su fin.

Las chicas y yo nos despertamos temprano, a las siete y media de la mañana, ya que a las ocho y media un taxi nos recogería en el hotel para llevarnos hasta la estación de tren. Nuestro tren salía a las nueve y cuarto de la mañana.
Un silencio deprimente reinaba en la habitación del hotel mientras terminábamos de prepararnos y de guardar las últimas cosas en nuestro equipaje. Después de dos meses intensos, llenos de alegrías, sorpresas y alguna que otra tristeza, el verano estaba llegando a su fin y en apenas un par de semanas empezaríamos nuestro último año de instituto. Me frustraba con sólo pensarlo.

- Chicas, ¿estáis listas ya? - preguntó Claire, con el semblante serio. Apenas quedaban cinco minutos para que dieran las ocho y media, y el taxista ya debería estar esperando por nosotras en la puerta.
- Sí, por desgracia - murmuró Katie, terminando de guardar el ipod y la cartera en el bolso - ¿Bajamos?

Todas asentimos con la cabeza, cogimos la maleta y la arrastramos hasta recepción. Allí, Katie y Claire se ocuparon de hacer los últimos trámites con las recepcionistas, tales como entregar las llaves y pagar las últimas cosas, mientras las demás íbamos metiendo las maletas en el coche.

El viaje hasta la estación, que duró sobre unos veinte minutos, fue de lo más deprimente. Un silencio incómodo y triste reinaba entre todas nosotras, y la tensión podía sentirse en el ambiente.
Pagamos al taxista nada más llegar y, con las caras largas, nos bajamos del coche, llevando las pesadas maletas con nosotras.

Amy y Katie se alejaron del resto y se acercaron a las taquillas para asegurarse de la hora a la que salía nuestro tren. Mientras tanto, las demás fuimos hacia los bancos y nos sentamos allí, dispuestas a esperar, con gesto triste y en silencio.

- Eh, eh, eh, chicas, ¿qué caras son esas? - exclamó una voz conocida a nuestras espaldas. Demasiado conocida, diría yo. Me dí la vuelta y lo vi. Era Harry. Había venido.

[Flashback]

Me alejé por las calles oscuras, arrastrando los pies y maldiciéndome a mi misma por semejante tontería que acababa de cometer. "Eres estúpida, Lauren, estúpida." me decía a mí misma. "El hombre de tu vida acaba de declarar su amor por ti, acaba de sincerarse como jamás nadie lo ha hecho contigo... ¿y tú qué contestas? ¿Que necesitas pensar? Eres idiota. Ahora sí que no querrá saber nunca nada más de ti." Me frené en la mitad de la acera y, llena de rabia, le di una patada a una farola que me encontré en mi camino. Rompí a llorar. Sí, me había hecho daño, pero eso no era nada comparable a lo idiota que me sentía por haber tratado a Harry de aquella forma.

[Fin del flashbak]

- Quiero veros sonreír, eh. Que aquí no se acaba el mundo, que volveremos a vernos - Harry hablaba para todas, pero la mayor parte del tiempo, su mirada se dirigía a mi. Y yo no pude aguantar más y, tras romper a llorar, me levanté de un salto del banco y me eché a sus brazos, haciéndole perder un poco el equilibrio y provocando que diera unos pasos hacia atrás.
Me enganché a su cuello, mientras él rodeaba mi cintura con sus fuertes brazos.

- Lo siento, lo siento, lo siento muchísimo, Harry. De verdad, soy idiota, perdóname, por favor - sollozaba, escondiendo la cara en el hueco de su cuello - Te quiero, Harry. Perdóname. Por favor...
- Shh, no llores, Lau - susurró en mi oído, con esa voz grave que me mataba. Frotaba mi espalda suavemente con sus cálidas manos - No llores, por favor. No tengo nada que perdonarte. Tú eres la que tiene que perdonarme a mí por no haber sido sincero contigo.
- No seas tonto, aquí la que estropeó las cosas fui yo, y lo sabes - me separé de él, limpiándome las lágrimas y mirándolo a los ojos.
- Cállate. Te quiero y punto, no le des más vueltas a las cosas - y dicho esto, impidió que replicara acortando las distancias entre nosotros y posando sus labios sobre los míos.

{Narra Caitlin}

- Y, ¿cómo es que os ha dado por venir hasta aquí a despediros? No me lo esperaba - sonreí levemente, mirando a Niall. Estábamos sentados en la esquina del banco, algo alejados del resto.
- ¿Qué os creíais? ¿Que íbamos a dejar que os fuerais sin despedirnos ni nada? - Niall exageró su gesto de indignación, lo que me hizo reír.
- No, tonto, es que como ya nos hicisteis la fiesta el otro día...
- Eso fue por tu cumple, boba. Y al final tampoco salió tan bien como yo quería, así que...
- Eh - le interrumpí - La fiesta fue perfecta y no te atrevas a decir lo contrario - dije muy seriamente.
- ¿O qué? - me retó, con una sonrisa divertida.
- O si no... no volveré a visitarte nunca más - bromeé. Sabíamos perfectamente, yo la primera, que no aguantaría demasiado tiempo sin ver al irlandés. Niall enmudeció de pronto.
- No te atrevas, por favor... - musitó, con un hilo de voz.
- Sabes que no sería capaz - me reí - Eh, tonto, pero no llores - ¿en serio? ¿Era una lágrima eso que se estaba deslizando por la mejilla de Niall?

Me levanté y tiré de su mano para que él hiciera lo mismo. Y le abracé, con todas mis fuerzas, escondiendo mi cabeza en su pecho.

- No quiero que te vayas, Caitlin - murmuró, entre sollozos.
- Amor, tengo que irme, dentro de nada empiezo las clases - me separé de él y lo miré a los ojos, tratando de no llorar a su vez - Eh, pero escúchame. Vivimos a apenas tres horas en coche. Dos horas si vas en tren. Tú tienes muchos días libres, podrás venir siempre que quieras. Hablaremos por skype todas las noches, si así quieres. Y si no es por skype, por teléfono. Tendrás un whatsapp mío todos y cada uno de los días que pasen hasta que volvamos a vernos. Ya verás como el año se te pasará muy rápido y el verano llegará en seguida. Y después del verano... Londres - sonreí, esperando a ver su reacción.
- ¿Londres? - preguntó, secándose las lágrimas con el dorso de su mano derecha - ¿Cómo que después del verano, Londres?
- No te lo conté antes, porque tampoco estoy demasiado segura de ello, pero... - hice una pequeña pausa - hay una universidad en Londres que está especializada en la carrera que quiero estudiar y... ya hablé con mis padres y... bueno, ellos no han puesto ningún inconveniente en que pida plaza allí para el próximo año - sonreí.

Niall se quedó parado, mirándome. Durante unos segundos no dijo una palabra.

- ¿Qué? - murmuró entonces, con gesto confundido.
- Nialler, por favor, no me hagas volver a repetirlo todo... - bromeé, soltando una carcajada - Que hay posibilidades de que me vaya a vivir a Londres el próximo año. Estaremos muy cerquita - sonreí, acariciándole la mano y sin apartar mi mirada de sus ojos.
- ¿Me lo estás diciendo en serio?
- Que sí, sabes que no bromearía con algo as... - no me dio tiempo a terminar la frase, ya que, literalmente, Niall me calló con un beso. Sus labios se encontraban sobre los míos y sus fuertes brazos rodearon mi cintura.

- En cada día libre que tenga me tendrás allí, Caitlin, en la puerta de tu casa. Va a ser como si nunca nos hubiésemos separado. Vas a acabar aburrida de tanto verme, te lo prometo - susurró sobre mis labios, separándose apenas unos milímetros de mí.
- Nunca podría cansarme de ti, Niall - entrelacé mis manos alrededor de su cuello y esta vez fui yo la encargada de acortar las distancias, atrayéndolo hacia mi y besándolo con ganas, como si no hubiera un mañana. Y es que, quién sabe, quizás ese "mañana" todavía tardara en llegar.

{Narra Claire}

- Sigo sin creerme que hayáis venido hasta aquí para despediros de nosotras - murmuré, de forma que sólo Liam pudiese escucharme.
- ¿Por qué? Es lo mínimo que podríamos hacer, ¿no?
- Ya, pero creí que lo de ayer sería el final... ya sabes - me sonrojé levemente al recordar lo ocurrido el día anterior. Tras terminar de hacer la maleta, Liam se pasó por el hotel y los dos nos fuimos a un parque cercano a dar una vuelta. Digamos que nos pusimos un poco sentimentales. Sobre todo yo. Llegué a llorar, incluso. Es muy duro darte cuenta de que estás enamorada de una persona a la que difícilmente volverás a ver otra vez en tu vida. Lo quería demasiado y no quería separarme de él, ya que tendríamos que despedirnos. Despedirnos significaría decir adiós, y decir adiós, significa olvidar. Y eso era justamente lo que me daba más miedo, que Liam encontrara a otra mejor que yo y me olvidara.
- Claire, lo de ayer no ha sido el final ni lo de hoy lo será. Eso que te quede claro. Vamos a hablar todas las noches por skype, quieras o no. Te regalaré un ordenador con cámara web si hace falta, sólo para que no pongas excusas. Todos los fines de semana que esté en Londres iré hasta tu casa, ya sea en tren, en avión, en coche o andando, mismo. Me vas a presentar formalmente a tus padres, porque quiero decirles lo enamorado que estoy de su maravillosa hija. Esto no se va a terminar, Claire, mientras tú no quieras. Y digo "tú" porque, si por mi fuera, yo me quedaría a tu lado para siempre - Liam, como siempre, había conseguido que rompiera a llorar. Otra vez. Últimamente, no hacía otra cosa que llorar.
- Te quiero, Liam, no me dejes nunca - me lancé a sus brazos, empapando su camiseta con mis lágrimas mientras escondía la cara en su pecho.
- No lo haré, pequeña, no te preocupes.

{Narra Katie}

No había terminado de guardar los billetes del tren dentro de mi bolso cuando alguien me rodeó desde atrás, y puso las manos sobre mis ojos, impidiéndome ver nada.

- Amy, para, tengo que guardar los billetes o los perderé - me imaginé que era Amy la que estaba gastándome la broma, simplemente por amenizar un poco la situación. Pero fue una voz totalmente distinta a la suya la que me respondió.
- ¿Amy? Bonito nombre para referirte a mi - Louis se rió y retiró las manos de mis ojos. Yo, sorprendida, guardé por fin la cartera en mi bolso y me di la vuelta.
- ¿Louis? ¿Qué haces aquí? - giré mi cabeza hacia la derecha y vi a todos los demás, que se habían acercado a saludar a las chicas. Bueno, todos menos Zayn - ¿Qué hacéis aquí?
- ¿Qué pasa, no ha sido una grata sorpresa para la señorita? Hemos venido para despedirnos, ¿y nos lo agradeces así? Muy bonito, eh - Louis fingió enfadarse y se cruzó de hombros, lo que me hizo reír.
- No seas tonto, simplemente no se me ocurrió que fuerais a venir - me reí.
- Está claro que no destacas por tu inteligencia - Louis contuvo una carcajada mientras negaba repetidamente con la cabeza.
- ¡Oye! Fue a hablar aquí el listo, ¿no? - repliqué con una sonrisa.
- Creía que ya lo sabías - Louis se rió y yo con él. Después, ambos nos quedamos en silencio - Voy a echarte de menos, fea - murmuró.
- Sí, respecto a eso... - hice una pequeña pausa, durante la cual traté de contener la risa - Louis, tengo que hablar contigo.
- Dispara.
- Es serio.
- Katie, me estás asustando... - murmuró él, bajando su tono de voz.
- Es que... verás. Lo he estado pensando, apenas he podido dormir esta noche por culpa de ello. Yo... sabes que te quiero muchísimo, ¿verdad? Ya te lo he dicho alguna vez y no temo volver a decírtelo, estoy enamorada de ti. Y estar enamorada, para mí, es algo serio. Pero... sin embargo, pese a estarlo, todavía sigo conservando algo de sentido común. Louis, las relaciones a distancia no funcionan. Nunca. No importa que nos veamos cada fin de semana, o qué, no funcionará. Tú eres una persona famosa y yo no. Tendrás que irte a cientos de giras por todo el mundo y conocerás a cientos de personas cada día. No va a funcionar y te tengo demasiado cariño como para perderte. Y... - volví a parar. El rostro de Louis era indescifrable, no podías saber si por dentro estaba enfadado, triste o feliz - prefiero tenerte como amigo a no tenerte.

Louis no contestó, sino que me miraba fijamente a los ojos, sin inmutarse.

- Katie, te conozco y sé que cuando mientes no miras a los ojos de la otra persona, si no que miras a todo lo posible que haya a tu alrededor. Justo como acabas de hacer ahora - la voz de Louis sonaba como la de un robot y me asusté - Te tengo calada - una sonrisa pícara comenzó a esbozarse en su rostro, lo que me provocó reírme.
- Eso no vale, Louis, así no hay quién te pille - me reí a carcajadas - Eres malo.
- ¿Perdona? Yo no soy el que va intentando asustar a la gente diciendo que quiere dejarlo, aunque sea mentira - Louis abrió mucho los ojos y luego se echó a reír.
- O sea, que te has asustado - levanté una ceja, con gesto divertido.
- No me he asustado, simplemente, no me lo creía.
- Pero te habrías asustado en caso de habértelo creído.
- No creas...
- Vamos, Louis, admítelo.
- Eres una creída.
- ¿Perdona? Sólo estoy diciendo verdades - me reí.
- Sí, sí, creída, eso es lo que eres - él se rió también.
- Pues ahí te quedas, guapo - conteniendo una sonrisa comencé a alejarme de Louis, pero me agarró de un brazo y me atrajo de nuevo hacia él.
- ¿A dónde te crees que vas? - preguntó.
- Ya he dicho lo que tenía que decir - sonreí.
- Ya, pero yo no he terminado contigo aún - respondió.
- Ah, ¿no?
- No - y dicho esto, me cogió de la cintura y acortó la distancia que había entre nosotros, besándome suavemente.
- Voy a echarte de menos, feo - murmuré, prácticamente pegada a él.
- Ya lo sé, porque estás enamorada de mi - Louis se echó a reír.
- No, eh, no te flipes.
- Venga, si tú misma lo has dicho.
- ¿Cuándo?
- Antes, cuando tratabas de jugármela.
- Bah, era una mentira, como todo lo demás.
- Estoy seguro de que esa fue la única verdad que dijiste de todo tu discurso - me paré durante un par de segundos para responderle, pero no sabía qué decir, así que opté por echarme a reír.
- Cállate ya, idiota - y, agarrándolo del cuello, lo atraje de nuevo hacia mi y lo besé.

- Chicos, siento interrumpir - la voz de Amy resonó a nuestras espaldas. Me había olvidado de ella por completo. Incómoda, me separé de Louis y me giré hacia ella con una sonrisa - ¿Dónde está Zayn?
- Eh, Zayn... - Louis se rascó la nuca, nervioso. Parecía no saber dónde meterse - Zayn no ha venido, Amy.

{Narra Amy}

- ¿Qué? - aquello no podía ser cierto. ¿Cómo que Zayn no había venido? ¿Por qué? No podía entenderlo. Todo entre nosotros iba bien, sin problema alguno. Yo le quería y se lo había demostrado. Y él me había dicho que también me quería, ¿o acaso era mentira?
- No ha venido. No me preguntes el por qué, porque no lo sé - Louis me miró apenado. Yo sabía perfectamente que me estaba ocultando la verdadera razón por la que Zayn no estaba, no era tonta y podía darme cuenta de ello. Pero, de pronto, me sentí cansada y no tuve fuerzas ni para insistir. Simplemente, cogí mi mochila y me acerqué a un lado de la estación.

Entre unas cosas y otras ya habían dado las nueve y cinco. Sólo faltaban diez minutos para que el tren partiera. Y eso quería decir que en cero coma, nos llamarían por el altavoz.

"Atención, pasajeros del tren con destino Manchester, embarquen en el tren estacionado en el andén número cinco."

Sin ni siquiera molestarme en ver si las chicas se habían enterado o no, cogí mi maleta y mi mochila y me subí al tren, sentándome en el primer asiento junto a la ventana que encontré. Y me quedé mirando un punto fijo, pensando en nada, y a la vez en todo.

Las chicas subieron al tren cinco minutos después. Caitlin y Claire lloraban desconsoladamente. Katie sólo tenía los ojos un poco rojos, mientras que Lauren sonreía. Las cuatro se sentaron junto a mi.

El tren comenzó a moverse lentamente. Las cuatro se pegaron a la ventana, ondeando las manos y diciéndoles adiós a los chicos y dándose los últimos mensajes a través del grueso cristal de la ventana. Poco a poco, el tren comenzaba a coger velocidad, y los cuatro chicos en la estación se veían cada vez más y más pequeños, a medida que nos alejábamos de la misma.
Cuando al fin los perdimos de vista, las chicas se sentaron. No volvieron a hablar en todo el viaje. Algunas durmieron, otras escucharon música y otras, simplemente, se quedaron pensativas mirando a la nada.

Ya volvíamos a Manchester, a nuestra ciudad natal. Estábamos regresando a la vida real. A la cruda y dura realidad.