domingo, 27 de mayo de 2012

Capítulo 25.

{Narra Katie}

- ¿¡QUE QUÉ!? - Amy comenzó a gritar como una auténtica posesa, a la vez que se acercó a Lauren y la agarró por los hombros. Comenzó a zarandearla - Lauren, repite eso, porque creo que no te he escuchado bien.
- Estoy saliendo con Harry - repitió ésta, si cabe con la misma parsimonia que anteriormente.

Mientras Amy gesticulaba exageradamente, Claire y Caitlin se habían quedado con la boca abierta de par en par, flipando. Y, bueno, yo no me quedaba atrás. Movía las manos y trataba de decir algo, pero nada coherente me salía en esos instantes.

- Perdona, ¿qué? - pregunté yo entonces. Me acerqué a Lauren y la agarré levemente del brazo - Lauren, estás de broma, ¿verdad?
- No, - soltó una carcajada - os lo digo en serio. Estoy saliendo con Harry - repitió por tercera vez. Después, como que no quiere la cosa, caminó hasta el armario y lo abrió. Se dedicó durante al menos diez minutos a vaciar el contenido de su bolso dentro de éste, para después meter algunas prendas de ropa limpias. Nosotras, mientras tanto, la mirábamos atontadas - Ya os contaré todos los detalles - sonrió levemente, a la vez que volvía a dirigirse a la puerta de la habitación.
- ¿Qué? No, Lauren, ¡no puedes irte ahora y dejarnos así! - protestó Claire, frunciendo levemente el ceño.
- Lo sé, y lo siento chicas, pero es que he quedado con...
- Harry - la interrumpió Caitlin - Pues vete ya y vuelve pronto. La próxima vez que entres por esa puerta ten claro que no te dejaremos salir sin que nos cuentes nada - sonrió levemente.
- Gracias chicas, sois las mejores - nos mandó un beso por el aire - ¡Os quiero, hasta luego! - y, dicho esto, salió dando un portazo.

Las cuatro que quedábamos dentro estuvimos un rato calladas, o bien con la mirada perdida o bien lanzándonos miradas muy significativas.

- ¿Os lo podéis creer? - rompí el silencio al cabo de unos minutos.
- Yo no termino de hacerme a la idea - respondió Claire, sacudiendo levemente la cabeza.
- Pues yo sí, y además he quedado, ¡así que os veo por la noche! - para nuestra sorpresa, Amy se había vestido y arreglado en un abrir y cerrar de ojos, y salió por la puerta de la habitación antes de que nosotras pudiéramos decir nada.

Claire, Caitlin y yo nos miramos las unas a las otras, antes de echarnos a reír.

- ¿Y esta? ¿A dónde ha ido? - preguntó Claire.
- No tengo ni idea, pero a mi tampoco me apetece quedarme encerrada en la habitación todo el día. ¿Vamos a dar una vuelta? - propuse yo.
- Me apunto. Claire, ¿vienes? - contestó Caitlin, mientras que se ponía en pie.
- No, prefiero quedarme aquí. Estoy muy cansada y además, ya sabéis, hoy tengo la cena con Nate... - sonrió levemente.
- ¡Es cierto! Bueno, no te preocupes, sólo será un ratito. Volveremos a tiempo para ayudarte a arreglarte - le di un beso en la mejilla.

Caitlin y yo nos vestimos en un abrir y cerrar de ojos y, tras coger algo de dinero y nuestros móviles, salimos de la habitación. Caminamos por los pasillos vacíos del hotel y salimos a la calle. Comenzamos a caminar sin rumbo.

- ¿Algún lugar en especial al que quieras ir? - me preguntó, mientras caminábamos la una junto a la otra por una calle cercana a Oxford Street.
- Tú eliges, pero, por favor, no vayamos al centro comercial de Westfield Stratford - le rogué. Allí era dónde había estado metida con Audrey el día anterior. Ella rió levemente.
- Vale, tranquila, nos quedaremos por estas calles.

Y así fue. Nos recorrimos prácticamente todas las tiendas que había por la calle, desde Zara hasta HMV, a ponernos al día en CD's y DVD's, siempre riéndonos y gastándonos bromas la una a la otra.

- Va, venga, ¿nos acercamos hasta Abercrombie y nos sacamos una foto con el modelo de la puerta? - pregunté emocionada, agarrando a Caitlin de un brazo.
- Katie, ¿en serio? ¡Estoy agotada! ¡Llevamos toda la tarde sin parar!
- ¡Por favor, por favor, por favor! - le rogué - Sólo eso, después te prometo que nos sentaremos en un Starbucks durante tres horas seguidas, si quieres...
- Oye, ¿y no podríamos ir primero al Starbucks? Te prometo que después te sacarás tres fotos con el modelo, si quieres... - ambas nos echamos a reír a la vez.
- ¡Eres una vaga! Pero vale, tu ganas... hay uno muy cerca de Abercrombie, lo he visto el otro día. Vamos.

Nos dirigimos hacia el Starbucks sin dejar de hablar ni de hacer tonterías un solo segundo, pero una vez que llegamos allí, la sonrisa que llevaba dibujada en mi rostro desapareció de repente. Caitlin pareció notarlo, pero ella no había visto lo mismo que yo.

{Narra Caitlin}

- Caitlin, ¿lo has visto? Dime que no lo has visto, por favor - Katie comenzó a hablar apuradamente y con gesto serio.
- Katie, ¿ver el qué? Me estás asust... - me di la vuelta, mirando hacia el ventanal de la cafetería y me interrumpí a mi misma. Me había quedado con la boca ligeramente entreabierta.

¿El por qué? Louis y Audrey, Niall y Miranda, de modo muy cariñoso, compartían una mesa y tomaban algo parecido a un café. Giré la cabeza un momento para observar el semblante de Katie, que tenía los labios fruncidos y una expresión de decepción en el rostro.

- Bueno, estarán hablando. Ayer congeniaron muy bien. Son amigos - intentaba convencerme de algo que ni yo misma me creía. Supongo que era cuestión de aferrarse a algo.
- No, Caitlin, es que tú no has visto lo mismo que yo.
- ¿Cómo que no? - volví a girar mi cabeza hacia la cafetería, y entonces si lo vi. Niall, inclinado sobre Miranda, "comiéndole", literalmente, la boca. Parecía que el mundo se me echaba encima. Niall. Niall Horan. Ese chico del que yo era fan cuando estaba en Manchester. Ese chico del que me enamoré cuando vine a Londres. Ese chico con el que ni hacía veinticuatro horas estaba compartiendo paseos en barca, risas,  besos... Ese chico ahora estaba besando a, si cabe, una de las personas que peor me ha tratado en toda mi vida, desde que éramos pequeñas en el colegio. ¿Mi enemiga? No, yo no tengo de eso. Pero, si los tuviera, estoy segura de que ella figuraría en esa lista. Tragué saliva sonoramente y agaché la mirada - ¿Sigue en pie lo del modelo de Abercrombie? - intenté como pude esbozar una sonrisa, pero no fui capaz.
Katie me miró y me rodeó con sus brazos, estrechándome contra ella.
- Si te soy sincera, se me han quitado las ganas. Volvamos al hotel, por favor - sonrió levemente, y yo a su vez.
- Claro, vamos.

Emprendimos el camino de vuelta al hotel en completo silencio. Sólo escuchábamos las fuertes voces de las personas que caminaban por las aceras y las ruidosas bocinas de los coches. Y, de pronto, un nuevo sonido se unió a la colección. Mi teléfono móvil comenzó a sonar, avisándome de la llegada de un SMS.
Mi sorpresa al leer el nombre de quién lo enviaba en la pequeña pantalla de la Blackberry fue enorme, pero provocó, segundos después, que una pequeña sonrisa se formara en mi rostro. Si, quizás no esperaba que fuera a enviarme un mensaje. Tampoco tenía la menor idea de lo que contendría el mismo. Pero quizás también, en aquellos momentos, aquello fuera lo que más necesitaba.

[Unas horas más tarde...]

{Narra Claire}

Miré mi reloj por enésima vez aquella noche. Ya eran las 10:45 pm, hacía una hora y cuarto que había quedado con Nate aquí, en el hall del hotel, y él no se había dignado a presentarse todavía. Estaba enfadada, muy enfadada. Por una parte, hacía ya tiempo que hubiera vuelto a la habitación pero, por otra, quería quedarme y decirle cuatro cositas. Bueno, eso si se dignaba a venir.
El tiempo continuaba pasando y, por fin, alrededor de las 11:15 pm, la puerta de entrada del hotel se abrió de golpe y por ella entró Nate. Pero no era el Nate que yo me esperaba encontrar. Éste llegaba sudoroso, despeinado y con la camisa arrugada. Tambaleándose, se acercó a mí.

- L-lo siento Anna - balbuceó de forma tan rápida que me resultó difícil entenderle.
- ¿Anna? - pregunté extrañada.
- Oh, perdona Claire, me he equivocado - Nate se acercó peligrosamente a mi rostro. Su aliento apestaba a alcohol. Repugnada, me alejé un par de pasos de él.
- Nate, llevo esperándote aquí durante más de una hora. Llegas tarde, borracho y, aún por encima, ¿me llamas Anna? - espeté, mirándole a los ojos - Creí que eras distinto, pero ya veo que todos los hombres sois iguales. Os pierde el alcohol y las mujeres - me di la vuelta, dispuesta a irme de nuevo a mi habitación, pero su mano me agarró del brazo y me detuvo.
- No, Claire, por favor, perdóname. Te prometo que no estoy borracho, sólo me he tomado una cerveza antes de venir aquí. Te he llamado Anna porque así es como se llama mi hermana, con quién he estado hasta ahora. No he podido venir antes porque estaba con ella, consolándola. Su novio acaba de dejarla, después de dos años de relación y... bueno, ya sabes. Todas las chicas os tomáis las cosas muy a pecho.

Fruncí el ceño y, acto seguido, levanté una ceja. No sé por qué, algo me tenía mala pinta en este asunto. Pero sus ojos azules, clavados en los míos, mostraban arrepentimiento, así que no pude aguantar y sonreí.

- Está bien, no te preocupes. Pero vamos a cenar ya, por favor, no quiero volver muy tarde a casa.
- No te preocupes, lo tengo todo controlado - sonrió levemente, entrecerrando un poco los ojos. Acto seguido, me ofreció su brazo. Lo cogí y nos encaminamos al exterior del hotel.

Caminamos durante unos minutos en silencio. Nate me agarraba fuertemente del brazo, parecía no querer dejarme ir. Además, se balanceaba violentamente de un lado al otro, por lo que me costaba mantener el equilibrio.

- Nate, ¿estás seguro de que no has bebido nada? - pregunté, parándome a su lado y mirándolo con inseguridad.
- Que sí, ya te he dicho que no he bebido nada. ¿Podemos dejar de dar vueltas en círculos e ir hacia el restaurante?
- No estamos dando vueltas, Nate.
- Ah, ya, era sólo una broma - Nate reanudó su camino, tambaleándose cada vez más peligrosamente. Yo me adelanté y me coloqué frente a él, haciéndolo frenar.
- Para. Vamos a sentarnos aquí. No podemos ir por ahí contigo de esta forma.
- Estoy bien, Claire, no seas pesada.
- No, no estas bien. Te vas a sentar ahí ahora mismo y no te vas a mover hasta que yo lo diga, ¿vale? - tiré de la manga de su chaqueta para sentarlo junto a mi en el bordillo de la acera.
- Que no me voy a sentar - Nate elevó ligeramente la voz, pero no opuso demasiada resistencia. Aún así, la suficiente como para que me resultara difícil sentarlo en el suelo.
- Vamos, pon un poco de tu parte. Sentémonos aquí.
- ¡Que no me voy a sentar ahí, joder! - Nate comenzó a gritarme y a zarandearme bruscamente por los hombros. Ambos estábamos de pie, el uno frente al otro. Me sentía intimidada, puesto que él me sacaba algo más de una cabeza - No voy a obedecer lo que putas como tú me digan, ¿vale? Ahora estás conmigo, sí, pero ¿y cuando nos vayamos? Seguro que te vas con otro, igual que hiciste ayer con tu amiguito, ese que se creía tan machote, pero que al final era un cagado. Así que no, no voy a darte lo que quieres, no voy a dejar que vuelvas a ganar.
- ¿Hablas de Liam? ¿Qué le has hecho? - le espeté, mirándole con asco. De pronto, todo el miedo que minutos atrás había invadido mi cuerpo se esfumó. Si aquél tío le había hecho algo a Liam...
Nate me agarró por los hombros y me pegó junto a la pared del edificio más cercano. Después, se inclinó sobre mí, acercándose peligrosamente a mi rostro.
- Tranquilízate, bonita. Tú a mí no me puedes hablar así, ¿entiendes? - susurró en mi oído, con una voz que pretendía ser dulce, quizás para despistar, pero era como hablar con el mismísimo diablo - Tú ayer te liaste con el cabrón ese y pretendías hacerlo hoy conmigo, ¿verdad? Tenerlo todo bajo control, ¿me equivoco? - su aliento apestaba - Aquí el que manda soy yo, y vamos a hacer lo que yo diga - me revolví, intentando soltarme e irme de allí, pero Nate agarraba mis muñecas demasiado fuerte. Comenzó a darme húmedos besos en el cuello y ahí reaccioné. Levanté mi mano y le di una fuerte bofetada en la mejilla.
- ¡Suéltame imbécil! - una vez él se separó de mí, aproveché y le di una fuerte patada en sus partes bajas. Él, dolorido, se cayó al suelo, maldiciéndome por lo bajo - Eres asqueroso - sabía que estaba borracho, lo sabía. Quizás no fuera consciente de todo lo que decía pero, si lo dijo, será porque había estado dándole vueltas.
No tenía pensado perdonarle, sus palabras, sus gestos, sus maneras... me habían dolido. Y sobre Liam... tenía miedo. ¿Le habría hecho algo? Eso no lo sabía. Pero de lo que si que estaba segura era de que Liam había ido a hablar con él. Eso también sería difícil de perdonar. Estaba harta de que la gente se metiera en mi vida. No era la primera vez que pasaba, ya me había ocurrido en Manchester y ¿ahora? ¿en Londres? ¿Liam Payne?

Me sequé las lágrimas. Mi vida era una auténtica montaña rusa. ¿Por qué a veces las cosas salían tan bien y otras veces tan mal? ¿Es que no existía un término medio? Entonces entré, a las 23:59 pm, de nuevo en el hotel, dispuesta a hablar con todo aquel que tuviera que hablar y a arreglar las cosas de una vez por todas.

4 comentarios:

  1. ¿Pero como le dejas así? MALA PERSONA!! Me encanta! joder…esto no es justo! no voy a aguantar tanto tiempo sin leer otro cap…
    Así que sube pronto!!!! :D

    ResponderEliminar
  2. OMG! Me encantaa!!! Pero como nos puedes dejar asi??? ¡¿Me permites matar a Audrey, Miranda y Nate?! Aghh, que asco me dan los pobres...

    ResponderEliminar
  3. Es increíble!! Pero en serio, cómo lo puedes dejar así?! No te des cuenta de que necesitamos más?! Ay, que me estreso. Lo dicho, que es fantástico. Y quiero saber lo que pasa con Niall, y con Louis, y con Harry, y con Liam.... ays... Jajaja. Bueno, te dejo, que soy algo petarda. Publica pronto! ;)
    Besos! (:

    ResponderEliminar
  4. AAAAAAAAH! FLIPANTE FLIPANTE FLIPOOOO CONTINUA YA !

    ResponderEliminar