martes, 24 de abril de 2012

Capítulo 22.

{Narra Katie}

Niall y Caitlin habían sido los primeros en marcharse, seguidos muy de cerca por Liam y Claire, quienes se habían ido muy rápido y sin que nadie se enterara, me imagino que para evitar las típicas bromas de Louis o Harry. Ah, hablando del rey de Roma... sí, Louis fue el siguiente en hacerme una seña con la cabeza en dirección a la puerta. Me imagino que no habría olvidado eso de que tenía que hablar conmigo. Y yo con él, puesto que estaba decidida a darlo todo por zanjado hoy. Sin más.
Tras despedirnos brevemente de los que todavía quedaban en la cafetería, nos pusimos en marcha, caminando el uno junto al otro.

- Entonces, has eliminado los mensajes, ¿verdad? - Louis no esperó a llegar a dónde fuera que íbamos, sino que sin mirarme a la cara, con la vista apuntando al suelo, comenzó a hablar. Yo tragué saliva, agobiada.
- Sí, los eliminé - mi voz tembló casi imperceptiblemente.
- Lo siento - murmuró él, secamente.
- No, Louis, no me pidas perdón. No hay nada por lo que disculparse, de hecho tú no...
- Quieres que te deje en paz, ¿verdad? - me interrumpió, de forma cortante, a la vez que dejaba de caminar y me miraba a los ojos. Su rostro estaba completamente serio, no bromeaba. ¿De verdad se creía que lo que yo quería era que me dejara en paz? No me lo podía creer...
- ¡No, Louis, no! ¿Es que no lo ves? Claro que no quiero que me dejes en paz, nunca lo he querido y dudo mucho que algún día llegue a quererlo. Párate y piénsalo, sólo por un momento. Yo, Katie, una don nadie de Manchester que viene a Londres al concierto de su ídolo con sus amigas y terminan conociéndolos y quedando con ellos. ¡Es surrealista! Pero ya no es sólo eso. Ahora Louis William Tomlinson me envía un SMS diciéndome que me quiere, haciendo que yo me enamore aún más de él, pese a que debería ser algo impensable puesto que él tiene novia, llevan mucho tiempo juntos, se quieren y...
- Eh, frena. Espera un momento - Louis me interrumpió, acercándose y colocándose a tan sólo dos pasos de mí - ¿Has dicho que estás enamorada de mí?
No, no podía ser, no, no, no. No podía haberlo dicho en alto, simplemente no podía. Noté cómo un desagradable calor recorría mi cuerpo centímetro a centímetro y mi rostro se volvía de un violento color encarnado.
- Eh... no, bueno sí, lo he dicho, pero, bueno, no me refería a... - no pude terminar la frase puesto que Louis presionó sus labios contra los míos. ¿Qué era aquello? ¿Me estaba besando? No me lo podía creer. Durante unas milésimas de segundo me quedé completamente quieta, con los ojos abiertos de par en par, pero pronto reaccioné y me di cuenta de la situación. ¿No era aquello todo lo que deseaba?
Coloqué mis brazos alrededor de su cuello y le correspondí. Segundos después, me separé de él, mirándolo  a los ojos. Notaba que mis mejillas seguían coloradas y aún lo estuvieron más después de que Louis me dedicara esa sonrisa que sólo él sabe poner.
- ¿Qué decías? Creo que no te entendí demasiado bien - dijo, para después echarse a reír. Esa expresión seria que llevaba antes en su rostro se había esfumado. Yo quité mis brazos de su cuello, mirándolo con timidez.
- No me hace gracia, Louis - mis palabras resultaban un tanto contradictorias, puesto que estaba sonriendo. Una sonrisita de tonta enamorada. Qué mal disimulaba... - Esto no debería estar pasando, tú estás con Eleanor y...
- Eh, ¿que estoy con quién? - volvió a interrumpirme por enésima vez.
- Qué pasa, ¿dejarás que termine alguna frase algún día o qué? - protesté, frunciendo el ceño.
- Algún día - se rió - Ahora en serio, ¿por qué has dicho eso?
- Bueno, tú estás con Eleanor, ¿no?
- No.
- Eh, ¿no?
- No.
- ¿Cómo que no?
- Esto parece un diálogo de besugos - volvió a reír. Podría escuchar su adorable risa durante horas, la verdad - No, no estoy con Eleanor, no sé porqué pensabas que sí.
- Se os veía muy bien el día que fuimos a vuestra casa, parecía que te gustaba.
- Bueno, en teoría me gustaba, pero ahora ya no. Me gusta otra chica - mis mejillas volvieron a sonrojarse, pero me quedé en silencio - Ahora es cuando tú preguntas "¿Y quién es esa chica?" - me reí. Aquello no podía ser cierto.
- ¿Y quién es esa chica? - pregunté, intentando imitar su voz, con tono divertido.
Él no respondió, si no que me miró fijamente a los ojos, con expresión seria, aunque no enfadada. Así estuvimos durante varios segundos, que no llegaron a un minuto. Después, lentamente, fue acercándose a mi. Me besó. Otra vez. Presionó suavemente sus labios contra los míos. Fue un beso dulce, cariñoso... pero de corta duración. ¿El por qué? Una estridente voz de mujer a mis espaldas.

{Narra Caitlin}

Niall yacía inmóvil sobre la tranquila superficie del agua. Gracias a él, yo ya me encontraba en el interior de la barca, pero rápidamente volví a lanzarme al agua, al darme cuenta de que no se movía.

- ¡Niall! - nadé lo más rápido posible hasta él - ¿Qué te pasa? ¡Niall, ¿estás bien?! - me coloqué junto a su cabeza, impulsándola hacia arriba con mis manos, procurando que el agua no le diera en la cara - Por favor, Niall, - estaba a punto de echarme a llorar - despiértate...
- ¡Bú! - Niall abrió los ojos de repente y me salpicó con sus brazos. Después, comenzó a reírse escandalosamente, como era habitual en él - Te he visto muy preocupada por mí, ¿me equivoco?
Yo mudé la expresión de mi rostro, ahora sumido en la seriedad más profunda. Me separé unas cuantas brazadas de él, sin dejar de mirarlo. ¿Todo había sido una broma?
- Niall... ¿eres imbécil o simplemente idiota? - pregunté enfadada. Pues claro que me había asustado, lo normal en estos casos, ¿no? - Mira, déjalo, da igual. No contestes. Sólo te digo que no, no me ha hecho ni pizca de gracia - me di la vuelta y comencé a nadar hacia la barca. Sentí que Niall me seguía de cerca.

Llegué a la embarcación en apenas un minuto y me preparé para subir. Niall hizo ademán de ayudarme.
- No, no necesito tu ayuda, no vaya a ser que vuelva a darte un tirón o que te entren ganas de bromear de nuevo - el asintió, observándome con gesto divertido, mientras yo subía. Me costó sudor y lágrimas, literalmente, puesto que tras unos quince minutos que se me hicieron eternos, conseguí subir. Niall me siguió después, tardando apenas diez segundos en encontrarse en el interior de la barca. Me impresionó bastante, para qué lo voy a negar, pero no pensaba demostrárselo.
Sin decir ni una palabra pero sin borrar la sonrisa de su rostro, el irlandés cogió los remos y comenzó a remar hacia la orilla.

{Narra Niall}

Estaba enfadada, lo sabía. No era algo por lo que debería alegrarme, pero resultaba jodidamente adorable en estos momentos, así que supongo que podría vivir con ello.
Desde el minuto uno en el que se subió a la embarcación se sentó de espaldas a mi, sin dirigirme la palabra ni una sola vez. Su pelo todavía húmedo ondeaba ligeramente al viento y lo cierto es que lo que más deseaba en aquellos momentos era acariciarlo. Pero lo que me tocaba era remar, o al menos por ahora.

Pocos minutos después llegamos al muelle, sumidos en el mayor de los silencios. Amarré la barca para que no navegara a causa del viento y, cuando me dispuse a ayudar a Caitlin a salir de ella, me di cuenta de que ya estaba fuera, alejándose lentamente de mí. ¿Tan enfadada estaba? Tampoco era para tanto, ¿no?
Salté al muelle con agilidad y me agaché junto a la barca para terminar de recogerla cuando un golpe sordo me sorprendió detrás de mí. Un sudor frío comenzó a recorrer mi frente, me temía lo peor. Me di la vuelta lenta, muy lentamente. Poco a poco. Y la vi. Allí estaba, tirada en el suelo, inmóvil, ¿desmayada? Sentí que el mundo se paraba de golpe. Dejé lo que estaba haciendo con la barca y corrí hasta dónde Caitlin se encontraba. La agité con suavidad, intentando que reaccionara.

- Caitlin, eh, despierta, ¿estás bien? - le di leves palmadas en sus mejillas, pero la chica seguía con los ojos cerrados - ¡Caitlin, por favor, reacciona! - me llevé las manos a la cara, respirando profundamente, intentando pensar con claridad. Intentaría hacer que se despertara durante un par de minutos más; si no lo conseguía, llamaría a una ambulancia. Fácil, y más claro imposible. Me acerqué a ella, sin dejar de zarandear sus hombros mientras intentaba que se despertara - Caitlin, despierta, por favor... - a punto estaba de rendirme cuando la chica abrió sus enormes ojos de golpe y acercó su rostro al mío, robándome un beso y callándome a la vez. No pude por menos que sorprenderme, y apenas reaccioné, ella ya se había separado de mí.
- Esto es para que sepas, Horan, que yo también sé jugar - Caitlin ya no parecía enfadada, si no que en su rostro se había formado una sonrisa triunfadora. Me guiñó un ojo y se levantó, emprendiendo de nuevo su camino. Y mientras, yo me quedé embobado mirándola, pensando en cómo aquella rubita era capaz de volverme tan loco.

[Unas horas más tarde...]

{Narra Liam}

Volví a mirar mi reloj de pulsera por enésima vez. Las ocho y media. Iba bien de tiempo, pero yo ya estaba vestido y preparado para salir en cualquier momento. No me había vestido demasiado formal, sino que llevaba unos pantalones vaqueros y mi habitual camisa leñadora de cuadros, por lo que confiaba en que Claire tampoco se habría arreglado demasiado.

Todo había comenzado cuando todos nos dividimos y nos fuimos por parejas a comer. Bueno, todos menos Zayn, Amy, Harry y Lauren, pero esos eran un caso aparte.
Lo que hicimos Claire y yo no fue nada fuera de lo normal. La llevé a una humilde bocatería, una de mis favoritas, y allí estuvimos charlando y riendo como buenos amigos. Si, amigos, nada más. O al menos en aquel momento. Y era por eso que también quería quedar con ella aquella misma noche. Algo especial, o al menos, para mí lo sería.

Volví a mirar mi reloj lo que a mi me parecieron bastantes minutos después, aunque tan sólo habían pasado tres. Las ocho y treinta y tres. Todavía era muy temprano, puesto que habíamos quedado en que la recogería a las nueve, pero lo único que conseguía quedándome allí parado era ponerme aún más nervioso de lo que estaba, y no era poco. Así que, tras darle muchas vueltas, decidí salir de casa. Los demás chicos todavía no habían llegado, y quién sabe si más de uno no lo haría hasta el día siguiente, así que me limité a dejarles una nota sobre la mesa de la cocina.
Tras cerrar la puerta, me dirigí con paso apresurado hacia el hotel dónde se alojaban las chicas, llegando allí tan sólo diez minutos después. Eran ya las nueve menos cuarto, sólo quedaba un cuarto de hora. Perfecto. ¿Perfecto? ¿Qué digo perfecto? Se me iba a hacer eterno. Me senté impacientemente en un silloncito del hall, mientras esperaba por Claire. Y por suerte, ésta última no se hizo de rogar, puesto que sólo cinco minutos más tarde, a menos diez, el característico olor de su colonia me hizo sobresaltarme. Me levanté y me giré de golpe, hacia donde ella se encontraba. Llevaba un corto vestido de encaje blanco que dejaban ver sus bronceadas y delgadas piernas, acompañada con una americana corta azul marino.


Iba sencilla, pero preciosa, como siempre. Cómo no, me había quedado embobado mirando para ella, por lo que tardé en reaccionar cuando se dirigió a mí.

- Eo, ¿está Liam por ahí? - rió adorablemente. Yo sacudí la cabeza.
- Sí, perdona. Estaba viendo, esto... quiero decir, tú... estás increíble, Claire - tartamudeé como un idiota. Ella se sonrojó levemente.
- Gracias Liam, tú también... - comenzó a reírse, me imagino que por la estúpida expresión que seguramente había aparecido en mi rostro. Yo también me reí levemente - Y bien, ¿a dónde me vas a llevar?
- A mi lugar favorito. Secreto, nadie lo sabe.
- ¿Debo considerarme afortunada entonces? - sonrió, a la vez que ambos comenzábamos a andar hacia el exterior del hotel.
- La duda ofende - le guiñé un ojo. Ella rió.
- No me vas a dar ni una sola pista, ¿verdad? - yo negué lentamente con la cabeza.
- Entonces no sería una sorpresa.

[Quince minutos después...]

{Narra Claire}

Por fin habíamos llegado. Estábamos frente a un edificio abandonado y casi totalmente destartalado, medio en ruinas. ¿De verdad que este era el lugar favorito de Liam? Costaba creerlo. No me hacía demasiada gracia entrar ahí dentro, en primer lugar, porque seguramente estaría todo asqueroso y, en segundo lugar, porque durante el corto trayecto que había desde el hotel, Londres se sumió en la más cerrada de las noches. Todo estaba totalmente oscuro.

- No te fíes de las apariencias - susurró Liam en mi oído, como si me hubiera leído el pensamiento - y confía en mí - un escalofrío me recorrió el cuerpo de arriba a abajo. Después, miré a Liam a los ojos, sin decir nada, pero asintiendo levemente con la cabeza. Él sonrió de lado y tomó mi mano, guiándome hacia el interior del edificio. - Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te lo diga - la voz de Liam se percibía emocionada.
- Aunque los mantuviera abiertos dudo que viese algo... - reí con nerviosismo.
- Tú ciérralos.
- Si, señor.

Le hice caso y cerré los ojos, mientras Liam tiraba de mi mano y me arrastraba por aquellas sucias y oscuras habitaciones. Subimos algunas escaleras, varias, muchas. Muchísimas. Se me hicieron interminables. Y por fin, percibí el sonido de una puerta que se abría y una ráfaga de viento frío me azotó en el rostro y removió mi pelo, despeinándolo. Pese a todo, cumplí mi promesa y mantuve los ojos cerrados. 

- Ya puedes abrirlos - Liam volvió a susurrar en mi oído. Creí morir al sentir su cálido aliento golpear contra mi cuello y sus fuertes brazos rodeándome por detrás. Sonreí levemente y abrí los ojos. Y respecto a lo que vi, podría asegurar que fue lo más bonito de mi vida. 

Era una vista panorámica de Londres, desde bastantes metros de altura, no sabría precisar cuántos. Toda la ciudad estaba en silencio, al menos en aquella zona, y a oscuras. Tan sólo contadas luces procedentes de casas cercanas, la luna y los cientos de estrellas nos iluminaban. Dirigí la mirada al cielo y lo observé. Qué digo cientos, miles de estrellas. Y las de aquella noche brillaban más que nunca. Lo cierto es que siempre me había gustado observar el cielo nocturno, me traía muy buenos recuerdos de cuando era niña. Solía hacerlo a menudo con mi padre, ambos nos tumbábamos en el césped del jardín y nos quedábamos en silencio, tan sólo acompañados por el sonido de los grillos y de nuestra regular respiración. Me gustaba imaginar lo grande que es el universo y lo pequeñitos que somos todos nosotros en comparación.

- Qué, ¿te gusta? No has dicho nada desde que llegamos - Liam no habló demasiado alto, guardando respeto al silencio de la noche, pero sin separarse ni un sólo centímetro de mí.
- Es increíble. Desde niña me ha gustado observar las estrellas, tener un rato para mí sola, para pensar, para soñar... Y esto es difícil verlo en el medio de una gran ciudad, pero tú lo has conseguido - aparté la mirada del cielo para posarla sobre sus ojos, que brillaban de la emoción.
- Eso es exactamente lo mismo que yo pienso... Claire, ¿dónde has estado durante toda mi vida? - lo dijo de una forma tan graciosa que no pude evitar reírme.
- Esperando a que llegara el día de conocerte y, mientras tanto, vigilándote por Twitter - volví a reír. Él, sin embargo, no me siguió.
- Ese día ha tardado demasiado en llegar.
- ¿Demasiado? Nunca es demasiado tarde.
- En nuestro caso, pienso que sí.
- ¿Por qué?
- Porque hemos perdido ya demasiado tiempo - y, sin darme tiempo a interpretar esa respuesta, tomó mi rostro entre sus cálidas manos y me besó.

5 comentarios:

  1. Que tiernos son Claire y Liam :3
    Niall se lo tiene bien merecido…pero creo que ella se a pasado un poco…
    Me ecanta! No tardes en subir ;)

    ResponderEliminar
  2. hayy porfavor siguela yaa! esta superhipermega geniaal! me encanta!!

    ResponderEliminar
  3. Porfavor escribe pronto, estoy supeeer enganchada, escribes geniaall! me encantaa :)

    ResponderEliminar
  4. mencantaaaaa *_________* siguela cuanto antees porfavooor!

    ResponderEliminar
  5. OMG! Preciosa, perfecta, MAGNÍFICA tu novela ¿lo sabías? Awww, que monos todos *-* Estoy escribiendo una nueva fanfic, a parte de Suddenly it happens, y me encantaría que te pasaras, poorfa ;) http://youcameandchangedmylife.blogspot.com.es/

    ResponderEliminar