martes, 24 de abril de 2012

Capítulo 22.

{Narra Katie}

Niall y Caitlin habían sido los primeros en marcharse, seguidos muy de cerca por Liam y Claire, quienes se habían ido muy rápido y sin que nadie se enterara, me imagino que para evitar las típicas bromas de Louis o Harry. Ah, hablando del rey de Roma... sí, Louis fue el siguiente en hacerme una seña con la cabeza en dirección a la puerta. Me imagino que no habría olvidado eso de que tenía que hablar conmigo. Y yo con él, puesto que estaba decidida a darlo todo por zanjado hoy. Sin más.
Tras despedirnos brevemente de los que todavía quedaban en la cafetería, nos pusimos en marcha, caminando el uno junto al otro.

- Entonces, has eliminado los mensajes, ¿verdad? - Louis no esperó a llegar a dónde fuera que íbamos, sino que sin mirarme a la cara, con la vista apuntando al suelo, comenzó a hablar. Yo tragué saliva, agobiada.
- Sí, los eliminé - mi voz tembló casi imperceptiblemente.
- Lo siento - murmuró él, secamente.
- No, Louis, no me pidas perdón. No hay nada por lo que disculparse, de hecho tú no...
- Quieres que te deje en paz, ¿verdad? - me interrumpió, de forma cortante, a la vez que dejaba de caminar y me miraba a los ojos. Su rostro estaba completamente serio, no bromeaba. ¿De verdad se creía que lo que yo quería era que me dejara en paz? No me lo podía creer...
- ¡No, Louis, no! ¿Es que no lo ves? Claro que no quiero que me dejes en paz, nunca lo he querido y dudo mucho que algún día llegue a quererlo. Párate y piénsalo, sólo por un momento. Yo, Katie, una don nadie de Manchester que viene a Londres al concierto de su ídolo con sus amigas y terminan conociéndolos y quedando con ellos. ¡Es surrealista! Pero ya no es sólo eso. Ahora Louis William Tomlinson me envía un SMS diciéndome que me quiere, haciendo que yo me enamore aún más de él, pese a que debería ser algo impensable puesto que él tiene novia, llevan mucho tiempo juntos, se quieren y...
- Eh, frena. Espera un momento - Louis me interrumpió, acercándose y colocándose a tan sólo dos pasos de mí - ¿Has dicho que estás enamorada de mí?
No, no podía ser, no, no, no. No podía haberlo dicho en alto, simplemente no podía. Noté cómo un desagradable calor recorría mi cuerpo centímetro a centímetro y mi rostro se volvía de un violento color encarnado.
- Eh... no, bueno sí, lo he dicho, pero, bueno, no me refería a... - no pude terminar la frase puesto que Louis presionó sus labios contra los míos. ¿Qué era aquello? ¿Me estaba besando? No me lo podía creer. Durante unas milésimas de segundo me quedé completamente quieta, con los ojos abiertos de par en par, pero pronto reaccioné y me di cuenta de la situación. ¿No era aquello todo lo que deseaba?
Coloqué mis brazos alrededor de su cuello y le correspondí. Segundos después, me separé de él, mirándolo  a los ojos. Notaba que mis mejillas seguían coloradas y aún lo estuvieron más después de que Louis me dedicara esa sonrisa que sólo él sabe poner.
- ¿Qué decías? Creo que no te entendí demasiado bien - dijo, para después echarse a reír. Esa expresión seria que llevaba antes en su rostro se había esfumado. Yo quité mis brazos de su cuello, mirándolo con timidez.
- No me hace gracia, Louis - mis palabras resultaban un tanto contradictorias, puesto que estaba sonriendo. Una sonrisita de tonta enamorada. Qué mal disimulaba... - Esto no debería estar pasando, tú estás con Eleanor y...
- Eh, ¿que estoy con quién? - volvió a interrumpirme por enésima vez.
- Qué pasa, ¿dejarás que termine alguna frase algún día o qué? - protesté, frunciendo el ceño.
- Algún día - se rió - Ahora en serio, ¿por qué has dicho eso?
- Bueno, tú estás con Eleanor, ¿no?
- No.
- Eh, ¿no?
- No.
- ¿Cómo que no?
- Esto parece un diálogo de besugos - volvió a reír. Podría escuchar su adorable risa durante horas, la verdad - No, no estoy con Eleanor, no sé porqué pensabas que sí.
- Se os veía muy bien el día que fuimos a vuestra casa, parecía que te gustaba.
- Bueno, en teoría me gustaba, pero ahora ya no. Me gusta otra chica - mis mejillas volvieron a sonrojarse, pero me quedé en silencio - Ahora es cuando tú preguntas "¿Y quién es esa chica?" - me reí. Aquello no podía ser cierto.
- ¿Y quién es esa chica? - pregunté, intentando imitar su voz, con tono divertido.
Él no respondió, si no que me miró fijamente a los ojos, con expresión seria, aunque no enfadada. Así estuvimos durante varios segundos, que no llegaron a un minuto. Después, lentamente, fue acercándose a mi. Me besó. Otra vez. Presionó suavemente sus labios contra los míos. Fue un beso dulce, cariñoso... pero de corta duración. ¿El por qué? Una estridente voz de mujer a mis espaldas.

{Narra Caitlin}

Niall yacía inmóvil sobre la tranquila superficie del agua. Gracias a él, yo ya me encontraba en el interior de la barca, pero rápidamente volví a lanzarme al agua, al darme cuenta de que no se movía.

- ¡Niall! - nadé lo más rápido posible hasta él - ¿Qué te pasa? ¡Niall, ¿estás bien?! - me coloqué junto a su cabeza, impulsándola hacia arriba con mis manos, procurando que el agua no le diera en la cara - Por favor, Niall, - estaba a punto de echarme a llorar - despiértate...
- ¡Bú! - Niall abrió los ojos de repente y me salpicó con sus brazos. Después, comenzó a reírse escandalosamente, como era habitual en él - Te he visto muy preocupada por mí, ¿me equivoco?
Yo mudé la expresión de mi rostro, ahora sumido en la seriedad más profunda. Me separé unas cuantas brazadas de él, sin dejar de mirarlo. ¿Todo había sido una broma?
- Niall... ¿eres imbécil o simplemente idiota? - pregunté enfadada. Pues claro que me había asustado, lo normal en estos casos, ¿no? - Mira, déjalo, da igual. No contestes. Sólo te digo que no, no me ha hecho ni pizca de gracia - me di la vuelta y comencé a nadar hacia la barca. Sentí que Niall me seguía de cerca.

Llegué a la embarcación en apenas un minuto y me preparé para subir. Niall hizo ademán de ayudarme.
- No, no necesito tu ayuda, no vaya a ser que vuelva a darte un tirón o que te entren ganas de bromear de nuevo - el asintió, observándome con gesto divertido, mientras yo subía. Me costó sudor y lágrimas, literalmente, puesto que tras unos quince minutos que se me hicieron eternos, conseguí subir. Niall me siguió después, tardando apenas diez segundos en encontrarse en el interior de la barca. Me impresionó bastante, para qué lo voy a negar, pero no pensaba demostrárselo.
Sin decir ni una palabra pero sin borrar la sonrisa de su rostro, el irlandés cogió los remos y comenzó a remar hacia la orilla.

{Narra Niall}

Estaba enfadada, lo sabía. No era algo por lo que debería alegrarme, pero resultaba jodidamente adorable en estos momentos, así que supongo que podría vivir con ello.
Desde el minuto uno en el que se subió a la embarcación se sentó de espaldas a mi, sin dirigirme la palabra ni una sola vez. Su pelo todavía húmedo ondeaba ligeramente al viento y lo cierto es que lo que más deseaba en aquellos momentos era acariciarlo. Pero lo que me tocaba era remar, o al menos por ahora.

Pocos minutos después llegamos al muelle, sumidos en el mayor de los silencios. Amarré la barca para que no navegara a causa del viento y, cuando me dispuse a ayudar a Caitlin a salir de ella, me di cuenta de que ya estaba fuera, alejándose lentamente de mí. ¿Tan enfadada estaba? Tampoco era para tanto, ¿no?
Salté al muelle con agilidad y me agaché junto a la barca para terminar de recogerla cuando un golpe sordo me sorprendió detrás de mí. Un sudor frío comenzó a recorrer mi frente, me temía lo peor. Me di la vuelta lenta, muy lentamente. Poco a poco. Y la vi. Allí estaba, tirada en el suelo, inmóvil, ¿desmayada? Sentí que el mundo se paraba de golpe. Dejé lo que estaba haciendo con la barca y corrí hasta dónde Caitlin se encontraba. La agité con suavidad, intentando que reaccionara.

- Caitlin, eh, despierta, ¿estás bien? - le di leves palmadas en sus mejillas, pero la chica seguía con los ojos cerrados - ¡Caitlin, por favor, reacciona! - me llevé las manos a la cara, respirando profundamente, intentando pensar con claridad. Intentaría hacer que se despertara durante un par de minutos más; si no lo conseguía, llamaría a una ambulancia. Fácil, y más claro imposible. Me acerqué a ella, sin dejar de zarandear sus hombros mientras intentaba que se despertara - Caitlin, despierta, por favor... - a punto estaba de rendirme cuando la chica abrió sus enormes ojos de golpe y acercó su rostro al mío, robándome un beso y callándome a la vez. No pude por menos que sorprenderme, y apenas reaccioné, ella ya se había separado de mí.
- Esto es para que sepas, Horan, que yo también sé jugar - Caitlin ya no parecía enfadada, si no que en su rostro se había formado una sonrisa triunfadora. Me guiñó un ojo y se levantó, emprendiendo de nuevo su camino. Y mientras, yo me quedé embobado mirándola, pensando en cómo aquella rubita era capaz de volverme tan loco.

[Unas horas más tarde...]

{Narra Liam}

Volví a mirar mi reloj de pulsera por enésima vez. Las ocho y media. Iba bien de tiempo, pero yo ya estaba vestido y preparado para salir en cualquier momento. No me había vestido demasiado formal, sino que llevaba unos pantalones vaqueros y mi habitual camisa leñadora de cuadros, por lo que confiaba en que Claire tampoco se habría arreglado demasiado.

Todo había comenzado cuando todos nos dividimos y nos fuimos por parejas a comer. Bueno, todos menos Zayn, Amy, Harry y Lauren, pero esos eran un caso aparte.
Lo que hicimos Claire y yo no fue nada fuera de lo normal. La llevé a una humilde bocatería, una de mis favoritas, y allí estuvimos charlando y riendo como buenos amigos. Si, amigos, nada más. O al menos en aquel momento. Y era por eso que también quería quedar con ella aquella misma noche. Algo especial, o al menos, para mí lo sería.

Volví a mirar mi reloj lo que a mi me parecieron bastantes minutos después, aunque tan sólo habían pasado tres. Las ocho y treinta y tres. Todavía era muy temprano, puesto que habíamos quedado en que la recogería a las nueve, pero lo único que conseguía quedándome allí parado era ponerme aún más nervioso de lo que estaba, y no era poco. Así que, tras darle muchas vueltas, decidí salir de casa. Los demás chicos todavía no habían llegado, y quién sabe si más de uno no lo haría hasta el día siguiente, así que me limité a dejarles una nota sobre la mesa de la cocina.
Tras cerrar la puerta, me dirigí con paso apresurado hacia el hotel dónde se alojaban las chicas, llegando allí tan sólo diez minutos después. Eran ya las nueve menos cuarto, sólo quedaba un cuarto de hora. Perfecto. ¿Perfecto? ¿Qué digo perfecto? Se me iba a hacer eterno. Me senté impacientemente en un silloncito del hall, mientras esperaba por Claire. Y por suerte, ésta última no se hizo de rogar, puesto que sólo cinco minutos más tarde, a menos diez, el característico olor de su colonia me hizo sobresaltarme. Me levanté y me giré de golpe, hacia donde ella se encontraba. Llevaba un corto vestido de encaje blanco que dejaban ver sus bronceadas y delgadas piernas, acompañada con una americana corta azul marino.


Iba sencilla, pero preciosa, como siempre. Cómo no, me había quedado embobado mirando para ella, por lo que tardé en reaccionar cuando se dirigió a mí.

- Eo, ¿está Liam por ahí? - rió adorablemente. Yo sacudí la cabeza.
- Sí, perdona. Estaba viendo, esto... quiero decir, tú... estás increíble, Claire - tartamudeé como un idiota. Ella se sonrojó levemente.
- Gracias Liam, tú también... - comenzó a reírse, me imagino que por la estúpida expresión que seguramente había aparecido en mi rostro. Yo también me reí levemente - Y bien, ¿a dónde me vas a llevar?
- A mi lugar favorito. Secreto, nadie lo sabe.
- ¿Debo considerarme afortunada entonces? - sonrió, a la vez que ambos comenzábamos a andar hacia el exterior del hotel.
- La duda ofende - le guiñé un ojo. Ella rió.
- No me vas a dar ni una sola pista, ¿verdad? - yo negué lentamente con la cabeza.
- Entonces no sería una sorpresa.

[Quince minutos después...]

{Narra Claire}

Por fin habíamos llegado. Estábamos frente a un edificio abandonado y casi totalmente destartalado, medio en ruinas. ¿De verdad que este era el lugar favorito de Liam? Costaba creerlo. No me hacía demasiada gracia entrar ahí dentro, en primer lugar, porque seguramente estaría todo asqueroso y, en segundo lugar, porque durante el corto trayecto que había desde el hotel, Londres se sumió en la más cerrada de las noches. Todo estaba totalmente oscuro.

- No te fíes de las apariencias - susurró Liam en mi oído, como si me hubiera leído el pensamiento - y confía en mí - un escalofrío me recorrió el cuerpo de arriba a abajo. Después, miré a Liam a los ojos, sin decir nada, pero asintiendo levemente con la cabeza. Él sonrió de lado y tomó mi mano, guiándome hacia el interior del edificio. - Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te lo diga - la voz de Liam se percibía emocionada.
- Aunque los mantuviera abiertos dudo que viese algo... - reí con nerviosismo.
- Tú ciérralos.
- Si, señor.

Le hice caso y cerré los ojos, mientras Liam tiraba de mi mano y me arrastraba por aquellas sucias y oscuras habitaciones. Subimos algunas escaleras, varias, muchas. Muchísimas. Se me hicieron interminables. Y por fin, percibí el sonido de una puerta que se abría y una ráfaga de viento frío me azotó en el rostro y removió mi pelo, despeinándolo. Pese a todo, cumplí mi promesa y mantuve los ojos cerrados. 

- Ya puedes abrirlos - Liam volvió a susurrar en mi oído. Creí morir al sentir su cálido aliento golpear contra mi cuello y sus fuertes brazos rodeándome por detrás. Sonreí levemente y abrí los ojos. Y respecto a lo que vi, podría asegurar que fue lo más bonito de mi vida. 

Era una vista panorámica de Londres, desde bastantes metros de altura, no sabría precisar cuántos. Toda la ciudad estaba en silencio, al menos en aquella zona, y a oscuras. Tan sólo contadas luces procedentes de casas cercanas, la luna y los cientos de estrellas nos iluminaban. Dirigí la mirada al cielo y lo observé. Qué digo cientos, miles de estrellas. Y las de aquella noche brillaban más que nunca. Lo cierto es que siempre me había gustado observar el cielo nocturno, me traía muy buenos recuerdos de cuando era niña. Solía hacerlo a menudo con mi padre, ambos nos tumbábamos en el césped del jardín y nos quedábamos en silencio, tan sólo acompañados por el sonido de los grillos y de nuestra regular respiración. Me gustaba imaginar lo grande que es el universo y lo pequeñitos que somos todos nosotros en comparación.

- Qué, ¿te gusta? No has dicho nada desde que llegamos - Liam no habló demasiado alto, guardando respeto al silencio de la noche, pero sin separarse ni un sólo centímetro de mí.
- Es increíble. Desde niña me ha gustado observar las estrellas, tener un rato para mí sola, para pensar, para soñar... Y esto es difícil verlo en el medio de una gran ciudad, pero tú lo has conseguido - aparté la mirada del cielo para posarla sobre sus ojos, que brillaban de la emoción.
- Eso es exactamente lo mismo que yo pienso... Claire, ¿dónde has estado durante toda mi vida? - lo dijo de una forma tan graciosa que no pude evitar reírme.
- Esperando a que llegara el día de conocerte y, mientras tanto, vigilándote por Twitter - volví a reír. Él, sin embargo, no me siguió.
- Ese día ha tardado demasiado en llegar.
- ¿Demasiado? Nunca es demasiado tarde.
- En nuestro caso, pienso que sí.
- ¿Por qué?
- Porque hemos perdido ya demasiado tiempo - y, sin darme tiempo a interpretar esa respuesta, tomó mi rostro entre sus cálidas manos y me besó.

domingo, 8 de abril de 2012

AVISO: Nueva novela.

Antes de nada, hola y gracias a todos los que estén leyendo esto. Simplemente quería avisaros de una cosita, no os llevará mucho tiempo leer esto.
Hace unos días se me ocurrió una idea para una nueva novela, idea que pensé que estaría bien llevar a cabo. Ya tengo creados los personajes que aparecerían en ella, así como un prólogo para introducir la historia. Me gustaría que aquell@s que leáis esta novela os pasarais por mi otro blog y le echarais un vistazo, tan sólo pido eso. Luego, si os interesa, podríais avisarme tanto por un comentario en esta entrada, un comentario en el otro blog o una mención en twitter para que os avise cuando suba cada capítulo.
Sin liarme más, dejo aquí los links:


Mi twitter es @DJTommosArmy.
Muchas gracias por vuestra atención, y cualquier duda, sugerencia o queja será bien recibida.
Os quiero <3.

miércoles, 4 de abril de 2012

Capítulo 21

{Narra Katie}

Tuve que releer un par de veces el nombre de la pantalla para asegurarme de que no me había confundido. No, estaba segura, era ella. Todavía aparecía el símbolo del infinito junto a su nombre, ese que ella misma había guardado al grabar su número en mi teléfono. Cuando todavía éramos amigas.
Ella sabía que yo estaba en Londres. Lo sabía porque todavía mantenía algo de relación con Amy, pese a que todo se debía a las conveniencias. Así que, ¿qué es lo que quería de mí?
Me estremecí cuando Louis me acercó a él y me dio un beso en la cabeza. Hubiera deseado que ese momento durara eternamente, que no nos separáramos jamás, pero tuve que hacerlo para contestar la llamada.

[Conversación telefónica]

- ¿...Diga? - saludé, con tono inseguro.
- ¡Katie, mi amor! ¡Cuánto tiempo sin hablar contigo! ¿Qué tal todo? - su voz sonaba excitada, quizás demasiado. Aprecié un ápice de falsedad en el tonó que utilizó, de hecho, pero decidí ignorarlo. Este asunto no me olía nada bien.
- Eh... Bien, Audrey, estoy bien. ¿Qué tal tú por Manchester? - mi tono de voz no podía ser más serio.
- ¿Por Manchester? Oh, cariño, ¿no te has enterado? - cerré los ojos un momento, esperándome lo peor - ¡ESTAMOS EN LONDRES! - comenzó a reírse exageradamente. No, ella en Londres no, por favor... un momento. ¿Había dicho "ESTAMOS"?
- ¿"Estamos"? ¿Quiénes estáis?
- Oh, pues Miranda y yo, ¿quiénes si no? - hizo una breve pausa, en la que yo me mantuve callada - Pues verás, cielo, te llamaba para ver si os apetecía quedar y dábamos una vuelta o algo, ¿no? Que vosotras ya sois unas londinenses en toda regla - volvió a reír exageradamente. Puse los ojos en blanco. ¿De verdad estaba diciendo todas esas cursiladas o era sólo imaginación mía?
- ¿Dónde estáis?
- Justo al lado del London Eye, ¿y vosotras? - dirigí mi mirada hacia la derecha. El London Eye se separaba de nosotros por unos cuántos metros, no llegaba ni a un kilómetro. Abrí los ojos muy asustada, quedándome paralizada en donde estaba. Pero reaccioné con rapidez, ya que cogí la mano de Louis con la que tenía libre y comencé a correr de vuelta hacia la cafetería.
- Nosotras... pues... estamos pasando el día en Oxford. ¡Oh, no, se me queda el móvil sin batería! ¡Ya te llamaré! - y corté.

[Fin de la conversación]

Continué corriendo a la vez que guardaba el móvil en mi bolso, mientras trataba de arrastrar a Louis por detrás de mí. Pero él era más fuerte que yo, y poco después de haber cruzado el puente tiró de mi, frenándome.

- Eh, Katie, relájate - jadeó, a causa de la carrera - ¿Se puede saber que te pasa?
- Louis, tenemos que volver lo antes posible a la cafetería. Tengo que hablar con las chicas, es urgente - lo miré a los ojos. Su rostro estaba sumido en una profunda seriedad, hasta el punto de estar molesto, diría yo - Te prometo que en cuanto hable con ellas volveremos a irnos. De hecho, yo también tengo que hablar contigo.
Su rostro era inmutable, continuaba con la misma expresión que en un principio.
- Por favor - dije, bajando un poco el volumen de la voz mientras lo miraba fijamente a los ojos. Y de pronto sonrió levemente, a la vez que me acercaba a su pecho para abrazarme, tal y como había hecho minutos antes.
- Venga petarda, vamos ya - se separó de mí y esta vez fue él quien tomó la iniciativa de agarrarme de la mano y guiarme hacia la cafetería.
Yo, como una tonta, sonreí y me dejé llevar.

{Narra Caitlin}

Todo aquello era muy extraño. ¿Por qué Niall actuaba con tanta normalidad? Debería odiarme por haberme separado de él el otro día y, sin embargo, lo único que hacía era dedicarme sonrisas y no dejar de hablarme o de prestarme atención ni un sólo momento.
Por desgracia, yo no era tan segura como él. Y, por supuesto, mi grado de timidez era casi el doble o el triple que el suyo.

- ¿En qué piensas? - esa voz, su voz, la que me volvía loca, fue la que irrumpió mis pensamientos, devolviéndome a la realidad. Levanté la mirada y la crucé con la suya. Con su pelo rubio algo revuelto y esa sonrisita de lado estaba increíblemente sexy. "Oh, venga, Caitlin, deja de pensar en esas cosas y habla. Estás quedando muy mal".
Pero justo en el preciso momento en que me disponía a responderle, Katie y Louis entraron corriendo en la cafetería y me interrumpieron.

- ¡Chicas, chicas, chicas! - Katie movía exageradamente los brazos, intentando captar nuestra atención. Respiraba entrecortadamente, parecía haberse pegado una larga carrera para llegar hasta aquí - Escuchadme, tenemos un pequeño problema.
- ¿Qué pasa? - preguntó Lauren, alarmada.
- Iré al grano, Audrey acaba de llamarme y me ha dicho que...
- ¿¡Que te acaba de llamar quién!? - Claire la interrumpió, elevando la voz.
- Calla y déjame hablar. Audrey acaba de llamarme y me ha dicho que Miranda y ella están en Londres. En estos precisos instantes al lado del London Eye. Y quieren vernos.
- ¿Quieren vernos? ¿Para qué? - pregunté yo entonces.
- Y yo que sé... les he dicho que estábamos en Oxford y que hoy no podríamos verlas.
- Ni hoy ni nunca, yo no pienso quedar con esas arpías - Claire se echó hacia atrás en su asiento y se cruzó de brazos.
- ¡Claire! - reprochó Amy - A ver, chicas, os lo estáis tomando demasiado a pecho... tampoco son tan insoportables. Yo, al menos, no tengo inconveniente en quedar con ellas aunque sea solo un día...

Todas nos giramos hacia ella, fulminándola con la mirada. Creo que Lauren estaba a punto de decir algo, puesto que había abierto la boca, pero la escandalosa risa de Niall la interrumpió. Las cinco nos giramos hacia él, confundidas. Casi habíamos olvidado la presencia de los chicos allí.

- ¿Habéis terminado ya? - preguntó Liam, irónico aunque con una encantadora sonrisa en su rostro, a la vez que metía sus manos en los bolsillos.
- O seguid si queréis, gatitas - Louis le siguió el rollo, con gesto divertido. Katie le pegó un puñetazo en el hombro para que se callara, pero lo único que hizo eso fue divertirle más.
- Al menos ponednos al día, así podremos unirnos a la discusión - terminó Harry, conteniendo la risa.

Lo cierto es que el panorama era divertido. Claire con el ceño fruncido y murmurando sabe dios qué por lo bajo, Lauren con una cara de asco que no podía con ella y Amy intentando suavizar el asunto. Niall con el rostro rojo de la risa y Louis y Liam lanzándonos pullas para que nos picáramos. Finalmente, yo también comencé a reírme.

- Bueno, hoy todavía tenemos un día para "disfrutarlo en Oxford", así que será mejor que no nos vean - elevé ligeramente la voz, intentando atraer la atención. Todos callaron enseguida, asintiendo con la cabeza.
- Siendo un grupo tan grande nos verán fijo... - murmuró Lauren.
- Pues tendremos que dividirnos, chicas. Venga Caitlin, quiero enseñarte algo - Niall se puso en pie, alargando su mano hacia mi. Los demás empezaron a silbar y a reírse; no tardaron en ser seguidos por Niall, mientras yo, pobre de mí, estaba colorada como un tomate.

{Narra Niall}

Por fin conseguí que Caitlin se viniera conmigo, no sin antes fulminar con la mirada a todos los demás. Caminábamos el uno junto al otro, ella mirando hacia el suelo, tímidamente, y yo mirándola de reojo de vez en cuando. Estaba preciosa, hoy más que nunca.

- ¿A dónde vamos a ir? - se atrevió a preguntarme por fin, aunque sin apartar la mirada del suelo. Yo, por el contrario, si que me giré para observarla, y pude comprobar como sus mejillas se habían tornado de un color ligeramente encarnado.
- Eso es altamente confidencial, señorita - bromeé, con tono divertido - Tan sólo déjame hacerte una pregunta... ¿tienes calor?

{Narra Caitlin}

¿Qué? ¿Que si tengo calor? ¿Qué clase de pregunta era esa? Y, ante todo... ¿a qué se refería con calor?
Estábamos a una temperatura bastante elevada, casi rondando los treinta grados. Pero también estaba el hecho de que estar a su lado me ponía nerviosa, muy nerviosa y, bueno... No, Caitlin, para ya. Deja de pensar en esas cosas. Últimamente no pareces tú.

- Eh, si, tengo calor, la verdad - agité mi cabeza, intentando alejar mis pensamientos "impuros" y centrarme en Niall.
- Pues entonces he escogido el sitio perfecto - y dicho eso, paró con un gesto un taxi y me abrió la puerta, ofreciéndome entrar primero.

Me senté cómodamente en el taxi mientras él le daba la dirección al taxista. Éste asintió con la cabeza y comenzó a conducir a toda velocidad por las abarrotadas calles londinenses. Sentía la mirada de Niall penetrante sobre mí, y eso me ponía aún más nerviosa, por lo que me puse a mirar por la ventanilla.

[Veinte minutos más tarde...]

{Narra Niall}

Ya habíamos llegado. Nos encontrábamos en un pequeño parque a las afueras de Londres, en cuyo centro había un gran lago de agua dulce. Desde mi punto de vista, era un lugar ideal para pasar una tarde de calor, ya que podías tomar el sol, irte de picnic, bañarte en las aguas del lago o mismo dar un paseo en barca. Estaba seguro de que a Caitlin le encantaría aquello.
Pagué al taxista por el viaje y me giré hacia la chica. Se había quedado dormida apoyada en la ventana. Respiraba acompasadamente y sus labios formaban una leve sonrisa, como si estuviera en medio de un bonito sueño. Me entraron unas ganas incontrolables de besarla, ahora que estaba dormida, adorable. Pero, por suerte, supe controlarme, ya que recordé lo que había pasado no hacía demasiado. Y una punzada de dolor me recorrió el pecho de arriba a abajo. ¿Qué era lo que tenía ella que me estaba descontrolando tanto?

- Eh, Caitlin, ya hemos llegado - susurré junto a su oído, zarandeándola con suavidad. Ésta abrió los ojos lentamente y me miró.
- Lo... lo siento. Siento haberme quedado dormida, Niall - se apresuró a disculparse, con voz somnolienta todavía.
- No seas tonta, no pasa nada - me reí - Venga, sal del coche. ¿No quieres ver dónde estamos?

Le cogí de la mano y la ayudé a salir. Todavía tenía los ojos entrecerrados debido al cansancio, pero en cuanto vio el lago los abrió mucho y la expresión de su rostro era totalmente de sorpresa.

- ¡Niall! Esto es... precioso. - exclamó. Yo volví a reírme.
- Como tú, dices, ¿no? - le susurré cerca de su oído, con tono divertido. Ella se sonrojó una vez más y bajó la mirada con nerviosismo. Lo que yo decía, adorable - Venga, no nos quedemos aquí parados. Tengo una pequeña idea sobre lo que podemos hacer antes de comer.

La cogí de la mano y la arrastré por detrás de mi en dirección al embarcadero. Mientras Caitlin dormía en el taxi había aprovechado para llamar al tipo del alquiler de barcas, así que ahora tendríamos una para nosotros todo el día. Se llamaba Nemo y era de color blanco con una delgada línea verde que la cruzaba de lado a lado.
Me agaché frente a la barca y cogí dos chalecos salvavidas. Le pasé uno a Caitlin y el otro me lo puse yo. Después, volví a levantarme y le ofrecí mi mano para ayudarla a subirse.

- Las damas primero - y le guiñé un ojo. Ella sonrió levemente, me cogió la mano y, con agilidad, se subió a la embarcación. Yo la seguí. - Bueno, sabrás remar, ¿no?
Ella abrió mucho los ojos y negó lentamente con la cabeza, lo que me provocó risas de nuevo.
- Pues ya me dirás que hacemos, entonces...
- Bueno, quizás podría intentarlo... - se ofreció.
Yo negué con la cabeza.
- Ah, no, no me pienso arriesgar a que los dos acabemos ahí abajo - intenté adoptar una expresión seria a la vez que señalaba el agua.
- ¿Perdona? - su timidez iba dejando paso a la verdadera Caitlin y eso me gustaba. Sonreí - Dame los remos, Horan, te vas a enterar - sonrió con más confianza. Yo ensanché mi sonrisa y le di los remos.

La chica se recogió su largo y liso cabello claro en una coleta alta y despeinada para después agarrar los remos con decisión y comenzar a remar hacia el centro del lago. La verdad, no lo hacía nada mal, probablemente mucho mejor que yo, que era negado. Pero, obviamente, eso no lo iba a admitir delante suya.

- Si hubiera remado yo ya habríamos llegado hace siglos - murmuré, intentando que mi voz pareciera lo más aburrida posible.
Ella paró de pronto y levantó la mirada, fijando sus ojos en los míos. No, eso no, por favor. Si continuaba así durante mucho tiempo estaba seguro de que no sería capaz de responder de mis actos. Desvié la mirada, intentando controlarme y observé la orilla. Estábamos quizás a unos diez o quince metros de ella, por lo que la profundidad del agua tenía que ser enorme.

De repente, sentí unas gotas de agua cayendo por mi mejilla que empaparon parte de mi camiseta. Estaba, literalmente, helada. Me giré hacia Caitlin y la observé, riéndose de mi a carcajada limpia.

- Conque esas tenemos, ¿eh?, te vas a enterar - murmuré, adoptando una expresión malvada. Comencé a mover la barca de un lado al otro, intentando volcarla por todos los medios. Y lo conseguí. Ambos caímos por la borda, salpicando con gruesas gotas de agua nuestro alrededor.
Los dos emergimos a la superficie casi a la vez.

- ¡Niall, está helada! - protestaba Caitlin, mientras pataleaba y movía los brazos sin cesar - Me voy a hundir y te voy a matar, que te quede claro... - hablaba como podía, puesto que de tanto moverse, el agua le entraba en la boca. Me acerqué a ella dando suaves brazadas.
- Eh, Caitlin, relájate. Llevas el chaleco, no podrías hundirte aunque quisieras - intenté decirle, sonriendo con expresión divertida, pero ella seguía hablando, sin hacerme caso alguno.
- ... y además, ¿has visto lo oscura que está el agua? Esto me da mucho repelús, y yo... - cogí su rostro entre mis manos y la callé con un beso, resultando ser un método más efectivo que el de las palabras. Me separé rápidamente, temiendo su reacción que, efectivamente, era muy parecida a la del otro día en la puerta del hotel. Me asusté. Niall, joder, ¿por qué lo has hecho? Ahora si que saldrá corriendo y no querrá saber nada de ti.
- Lo siento, yo... - comencé a decir, pero no pude terminar la frase, puesto que Caitlin puso los brazos alrededor de mi cuello con una asombrosa agilidad y me besó. Fue un beso dulce y tierno, pero sentí millones de mariposas revoloteando en el interior de mi estómago. Coloqué una mano en su espalda y la pegué a mi lo máximo posible, besándola con ternura y suavidad. Finalmente, tras unos segundos, me separé de ella unos centímetros, sin dejar de bracear en el agua y la miré a los ojos.
- No sabes cuánto tiempo llevaba esperando este momento - susurré a la vez que retiraba un mojado mechón de pelo de su rostro. Ella sonrió tímidamente, tal y como a mi me encantaba que hiciera.
- Aunque te parezca raro, yo también - evitó mirarme a los ojos. Yo no reprimí otra sonrisa, si cabe mayor que la anterior.
- ¿Subimos ya? - señalé la barca, que se movía con suavidad a un par de metros de nosotros. Ella me miró, sonrió y asintió con la cabeza, para después comenzar a nadar despacio hacia la embarcación. Yo la seguí. - Va, tu primero, yo te ayudaré desde aquí - dije. Coloqué entonces las manos en su cintura, preparado para empujarla a la vez que ella se impulsaba, pero no pasaron apenas unos segundos antes de que la soltara de golpe, ahogando un grito.